José Carlos Requena

La reciente encuesta del IEP trae datos importantes sobre la autopercepción ideológica, que es relevante revisar estando inmersos en un proceso electoral de cariz prematuro. En términos globales, el 27% dice que se ubica a la , el 32% al centro y el 34% a la .

Cuando se hace una proyección a las regiones, se observa que la izquierda, contra lo que podría pensarse, no tiene su pico en el levantisco sur (30%), sino en el menos poblado oriente (36%). Derecha y centro, entre tanto, se enseñorean en la capital: 38% y 39%, respectivamente.

Donde se nota un patrón llamativo es en el rural. La izquierda crece, en conjunto, nueve puntos porcentuales (36%), mientras que la derecha tiene un incremento menor (30%). Hay, sin embargo, una tendencia a la radicalidad. En los extremos de ambos lados, izquierda y derecha, se ubica uno de cada cuatro encuestados (24%).

En el desagregado etario, entre tanto, no hay diferencias significativas. Llama la atención, de hecho, que la izquierda a la que suele atribuírsele un mayor idealismo propio de las épocas juveniles no sea significativamente mayor entre los jóvenes de 18 a 24 años (28%).

Finalmente, la mayor parte de los sectores más pudientes (A/B) se manifiesta de derecha (53%), lo que parece comprensible. En cambio, y contra lo que podría creerse, los niveles menos favorecidos (D/E) se manifiestan proporcionalmente parejos a la izquierda (33%) y a la derecha (32%). Así, el viejo mito de las clases populares abrazando ideas progresistas se manifiesta, nuevamente, lejano a la realidad.

Este es el electorado que, en pocos meses, decidirá el futuro político del Perú. Las cifras podrían variar, sin duda. De hecho, según la misma medición, la izquierda ha decrecido en cinco puntos porcentuales desde setiembre del 2023, volviendo casi a la cifra correspondiente a setiembre del 2021 (26%), cuando Pedro Castillo tenía menos de dos meses en la Presidencia de la República.

Con solo uno de cada cuatro encuestados manifestándose de izquierda, podría pensarse que, en suma, estamos frente a un electorado que quiere preservar el modelo o al menos no desmontarlo. Pero esa es una conclusión audaz e incompleta: no queda claro qué entiende el encuestado que se manifiesta de derecha.

Además, todo proceso electoral (todo proceso comunicacional, en realidad) es una combinación de aspectos racionales y emocionales. La identificación ideológica, entonces, puede ser vencida por la desconfianza o la antipatía. Así, personajes indeseados pueden tener un peso mayor que las convicciones programáticas.

Algo de ello seguramente pensaba Gilberto Santa Rosa cuando cantaba: “Me dice el corazón / pero me grita la conciencia”. Pero, en la realidad y contra su estribillo “que no se ponen de acuerdo / la conciencia y la razón”, no habrá ocasión para la indefinición.


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José Carlos Requena es Analista político y socio de la consultora Público