"Claramente sigue siendo un gobierno de izquierda, pero la hipótesis que surgió el 28 de julio, con Bellido como punta de lanza, pierde vigencia con su salida y la de Maraví" (Foto: PCM).
"Claramente sigue siendo un gobierno de izquierda, pero la hipótesis que surgió el 28 de julio, con Bellido como punta de lanza, pierde vigencia con su salida y la de Maraví" (Foto: PCM).
Omar Awapara

Cuando escuché sobre el problema de Monty Hall en mi primera clase de estadística en el doctorado, de inmediato pensé en Augusto Ferrando. Tengo edad suficiente para recordar los sábados por la tarde acompañado por “Trampolín a la Fama” en la televisión y, en especial, una secuencia del programa llamada “Haga Negocios con Cuco”, donde el propio Ferrando y dos concursantes recibían, cada uno, una enorme lata de leche Gloria. Luego de abrir una de ellas para (siempre) desilusionar al primer concursante, Ferrando se quedaba con el segundo, en un duelo por ver cuál de las dos latas restantes contenía el jugoso premio en su interior (en dólares; eran los ochenta).

La naturaleza de estos juegos en Estados Unidos, en el Perú y en el mundo, esconde una paradoja probabilística. En sus programas, Monty Hall y Ferrando sabían qué había detrás de cada puerta o dentro de cada lata y, luego de abrir o levantar una, dejaban al concursante en juego con la opción de cambiar su elección inicial. Aunque la intuición indica que la decisión sería quedarte con tu lata original, el cálculo correcto es que, ante la presencia de nueva información (porque hay una puerta o lata menos), lo acertado es siempre cambiar.

Más allá de la demostración matemática, la clave está en lo que también se conoce como el teorema de Bayes: ante nueva información, siempre es necesario reevaluar nuestras hipótesis. Fuera de programas televisivos, esta idea ha sido aplicada, por ejemplo, en las búsquedas de restos de accidentes aéreos, como en el caso del vuelo de Malaysia Airlines en el océano Índico. La llegada de nuevos datos permite actualizar nuestros estimados de probabilidades. Desde luego, es una técnica válida igualmente para el análisis político, sobre todo en un escenario tan volátil e impredecible como el nuestro.

Hace siete días llegaba a su término el que muchos identificaron como un Gabinete de choque, anticipando que el nombramiento de obedecía a un interés del Ejecutivo por confrontar rápidamente con el Congreso. Finalmente, tanto Bellido como Maraví se fueron por su cuenta.

No se puede interpretar la llegada del nuevo Gabinete encabezado por como un giro o una moderación, pero también es difícil seguir afirmando, por ahora, que se viene un ‘Götterdämmerung’ de la democracia y el libre mercado en el Perú a manos de la vanguardia marxista de Perú Libre. Claramente sigue siendo un gobierno de izquierda, pero la hipótesis que surgió el 28 de julio, con Bellido como punta de lanza, pierde vigencia con su salida y la de Maraví. Hay una reconfiguración e, incluso, un fraccionamiento dentro de la coalición oficialista, que se mantiene unida, pero probablemente distanciada.

En mi impresión, más bien, refuerza la tesis alternativa del desorden y el desconcierto, que, como señaló en un editorial este Diario (“Las grietas de Perú Libre”, 11/10/2021), se ha extendido ahora desde el Gabinete hacia el Congreso, donde la bancada oficialista también parece haberse partido en dos. De forma similar, un día antes de la caída de Bellido, Martín Tanaka sugería ver a como un pragmático, que se acomoda no sin cierta morosidad e incluso contradicción al resultado de una “lucha de tendencias” en el seno del gobierno, con todas las terribles consecuencias que ello genera para el rumbo del país, pero no necesariamente atado a una línea ideológica inflexible.

Lo importante en este deporte de riesgo que es seguir la coyuntura política es evitar caer en sesgos y aceptar que hay siempre información nueva que obliga a actualizar y flexibilizar nuestros juicios a priori, nuestra línea base. El riesgo, de lo contrario, es terminar como el borracho en la calle buscando sus llaves únicamente debajo del poste de luz, solo porque allí está iluminado.