En toda ciudad siempre se realizan mejoramientos y rehabilitaciones de la infraestructura urbana. No sólo son las demandas del mundo moderno que, con el aumento del parque automotor, obligan a aquello, sino que también la antigüedad de las mismas y su propio uso y abuso motivan que haya (o deba haber) una renovación de la capa asfáltica de ciertas pistas y avenidas.
El asunto es cómo se hace pues, aunque indudablemente siempre causa molestias, la forma de hacerlo impacta en la percepción ciudadana de cómo se lleva la administración de su ciudad.
Un arreglo es, en esencia, una acción positiva y hoy, por la forma como se hacen las cosas, estamos viendo que un arreglo siempre es una cosa negativa. La ineficiencia y la negligencia saltan a la vista. Es lo que ha sucedido con el caso del cierre de la Costa Verde desde la quebrada de Armendáriz hasta Chorrillos, que ha desnudado varias cosas, entre ellas la importancia troncal del circuito de playas que deja a las avenidas San Martín y Pedro de Osma como las únicas vías de acceso a la parte occidental de Chorrillos desde que limitaron Bolognesi por la construcción del Metropolitano.
Pero esto no es algo nuevo, ya se sabía, solo que el cierre lo ha hecho más patente y patético. Patético porque, sabiéndolo, nadie se dignó a realizar un plan de desvíos. Nadie coordinó nada. Eso es negligencia y abandono de liderazgo.
En el típico peloteo entre instituciones involucradas (el consorcio constructor, Emape, la propia municipalidad, la policía) las informaciones contradictorias iban y venían. Barranco acusaba, con razón, de no haber sido informado y de no tener personal para encargarse de todo el tráfico que por su pequeña comuna pasa. En medio de todo esto, los conductores hacían lo que les daba la gana, cruce de bermas, tránsito en contra, pequeñas calles residenciales tomadas por el tráfico, etc.
Todo es consecuencia de esa ineficiencia que pasa por la nula información y señalización, la falta de la policía de tránsito y de la municipalidad. ¿Cómo es posible que en medio de grandes inversiones como las que demandan estas obras no se invierta en modernos equipos de información y señalización como paneles LED mucho más llamativos que unas gigantografías no reflectivas y unos parantes con carteles de triplay escritos a mano? ¿Se publicó el plan en algún medio antes?
En esta improvisación se nota algo más endémico relacionado a la organización de nuestras instituciones, más allá de su ineficacia: su ausencia. Cuando el Estado (nacional o local) se vuelve ausente o indiferente, la ley de la jungla impera, todo el mundo hace lo que le da la gana y eso resiente más nuestra confianza en las autoridades.
Es lo mismo que sucede desde hace décadas al interior del país, la nula institucionalidad es la ganancia del caudillismo autoritario y de la corrupción.
En suma, el impasse nos dice que estamos en una vía rápida de modernización, pero contra el tráfico. Ajústense el cinturón.