Pamela Acosta

¿Tú eres o ? Esta fue la pregunta que surgió en una conversación entre colegas mientras comentábamos la coyuntura. Hace unos años hubiera respondido sin dudar “periodista”; sin embargo, la experiencia me ha enseñado que en este oficio sentar posición es importante. Incluso, más que eso, hay que asumir frontalmente ciertas luchas, porque nuestro trabajo se nutre de la sociedad y se devuelve a ella. El periodismo, más que un trabajo, es un servicio, cumple un rol social.

Hay dos aspectos que a veces las coberturas de rutina nos hacen olvidar. Por un lado, somos formadores de opinión pública: lo que decimos y cómo lo decimos influye en nuestras audiencias. Y, por el otro, el periodismo, ejercido libre y responsablemente, ayuda a construir y fortalecer la democracia.

Soy activista. Pero mi activismo se orienta a que las personas tengan toda la información posible sobre los temas que puedan afectarlas. Lo hago con sesgos, sí, y no tengo ningún reparo en decirlo porque antes que nada soy un ser humano que tiene un contexto, una trayectoria de vida y una opinión sobre diversos temas. Estoy a favor de que las mujeres tengan derecho a decidir sobre sus vidas y sus cuerpos, de que haya igualdad para la comunidad LGTBIQ+, de que haya educación sexual integral en los colegios, entre otros. Sin embargo, mi oficio como periodista me obliga a transparentar esos sesgos y a considerar los puntos de vista de quienes puedan pensar distinto a mí.

La equidad y la imparcialidad son principios periodísticos que debemos cumplir, tomando en cuenta que las historias pueden tener más de una versión y que estas deben presentarse de forma objetiva y equilibrada. No obstante, hay casos en los que ‘el otro lado’ no siempre tiene el mismo valor. Y aquí los periodistas debemos preguntarnos qué clase de sociedad queremos ayudar a formar, porque nuestra responsabilidad también está en evitar que voces que atentan contra los derechos humanos, que discriminan, que exacerban la violencia, que niegan los hechos o que abiertamente mienten hagan parte del debate sin el debido cuestionamiento, para que no se vuelvan insumo en la formación de la opinión pública.

Es verdad que un periodista puede depender de un medio de comunicación. Sin embargo, aquí cabe señalar lo que Pierre Bourdieu denominaba “campo como espacio social”. Un campo en el que se da una serie de relaciones y posiciones entre actores con un determinado capital simbólico. Un periodista es un actor dentro de un medio de comunicación, que se convierte en un campo de luchas. Pero un medio de comunicación es también, como decía Anthony Giddens, una estructura en permanente relación con la capacidad de agencia de los actores que la constituyen, en la que se manifiesta su reflexividad; es decir, la consciencia de sus acciones, de su posición en esa estructura y, por lo tanto, de su posibilidad de alterar esa relación. En ese sentido, un periodista puede ir más allá de la estructura de su medio –que puede tener una línea editorial–, movilizar sus propios recursos, su propio capital simbólico, actuar de manera independiente y generar un cambio.

Pero, además, el trabajo del periodista se ejerce bajo el paraguas de dos derechos fundamentales en una sociedad democrática: el acceso a la información y la libertad de expresión; derechos que no son exclusivos de las mujeres y los hombres de prensa. Por eso, cuando el poder, quien sea que lo esté ejerciendo, atenta de cualquier manera contra estos derechos, todos debemos entrar en alerta. La información nos permite saber qué hacen nuestras autoridades con el poder que les damos, fiscalizarlas y tomar mejores decisiones. La libertad de expresión nos faculta a cuestionarlas, a exigirles que rindan cuentas y a manifestarnos públicamente a través de mecanismos constitucionales cuando no estamos de acuerdo con sus actos.

Es por eso que creo que el periodista tiene que ser un activista por la honestidad, la transparencia, la defensa de los derechos humanos, la lucha contra la corrupción, y exigir mejores servicios de salud, educación, justicia, seguridad ciudadana y cuidado del medio ambiente. Son mínimos no negociables transversales a cualquier espectro político, y nuestra labor como periodistas es poner en evidencia cuando el poder transa con estos aspectos.




*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Pamela Acosta es periodista