"Ni el coronavirus ni la cuarentena van a causar una escasez generalizada". (Foto: ANTHONY RAMIREZ NIÑO DE GUZMÁN)
"Ni el coronavirus ni la cuarentena van a causar una escasez generalizada". (Foto: ANTHONY RAMIREZ NIÑO DE GUZMÁN)
/ ANTHONY NIÑO DE GUZMAN
Iván Alonso

Desde el domingo en la mañana, anticipándose al anuncio oficial de la cuarentena, la gente se aglomeró en los mercados para comprar todo lo que podía. En la tarde, los anaqueles se iban quedando vacíos. Algunos productos habían desaparecido. ¿Cómo se explica ese súbito incremento de la demanda? Lo primero que se nos viene a la cabeza es el egoísmo, la desconsideración hacia otras personas que no estuvieron alertas y llegaron después. Puede ser, pero eso no termina de explicar lo sucedido. ¿Por qué esa desconsideración (si fuera el caso) se manifiesta en un momento como este, y no en otros?

Hay una “buena” y una “mala” razón para que la gente compre mayores cantidades de las que normalmente compra. La buena razón es minimizar el número de viajes al mercado durante la cuarentena. Si tan solo hubiéramos podido organizarnos de alguna manera –apellidos de la A a la D, el sábado; de la E a la H, el domingo...–, habríamos evitado la aglomeración. Pero eso no siempre es posible o deseable. La mala razón (entre comillas) es el temor a la escasez. Un temor quizás infundado, pero no del todo irracional.

Ni el ni la cuarentena van a causar una escasez generalizada. La producción y la distribución de alimentos y otros están exceptuadas de las restricciones a la libertad de tránsito. Pero no tiene que haber escasez generalizada para sentirnos incómodos, fastidiados o angustiados. La falta de un solo producto puede surtir esos efectos. Lo que no sabemos es cuál ni por cuánto tiempo. En situaciones normales puede faltar, de cuando en cuando, algún producto; pero son acontecimientos transitorios e infrecuentes. En situaciones como la actual, es más probable que ocurra y que dure; o que haya mayores restricciones para salir a comprar más adelante.

No hemos visto a nadie, en cambio, correr a adquirir muebles o un carro. No importa mucho si hay que postergarlos. Los productos de primera necesidad son distintos; por algo se llaman así. Pero tampoco se puede guardar un stock ilimitado de estos últimos. Por eso, otra característica de circunstancias como esta es que la gente trata de mantener su liquidez para asegurarse de poder reponer ese stock. Mientras exista la posibilidad de que los productos de primera necesidad escaseen y sus precios suban o de tener que afrontar otros gastos, es mejor tener la plata en el banco. Algunos, inclusive, preferirán tenerla en la mano.

Una tarea esencial de las autoridades en este momento es darle liquidez a la . Los bancos podrían enfrentar retiros de depósitos, y necesitan condiciones adecuadas para no verse forzados a cobrar los préstamos a sus clientes cuando lo que se requiere es, más bien, extender los plazos. Las medidas que están tomando el Banco Central de Reserva y la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP nos parecen acertadas.

También son acertadas las medidas fiscales que está adoptando el Gobierno para darles liquidez a las personas y negocios que han visto interrumpidos sus flujos de ingresos por la cuarentena, como son el bono de S/380 para 3 millones de familias catalogadas como pobres y la prórroga de plazos para el pago de impuestos. Y, en otro orden de cosas, la reducción a cero de los aranceles a la importación de medicamentos y equipos médicos, que inexplicablemente no se había tomado antes y que ojalá se vuelva permanente.

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