¿Sirve recuperar un espacio público o un patrimonio monumental dentro de una zona ‘brava’? La pregunta viene a colación porque el domingo pasado comentábamos el auspicioso futuro de la Quinta de Presa en medio de una zona no tan sancta como es el viejo Malambo. Primero definamos qué entendemos por una zona brava de Lima. Es generalmente una zona de alta densidad poblacional, deprimida económicamente y con problemas de drogadicción, violencia y criminalidad de baja intensidad.
Lugares por donde uno, que no es del barrio, no caminaría ni menos estacionaría su auto. Zonas como esta las hay por doquier en Lima, en las que familias que no transan con esto viven presas dentro de este ambiente.
En mis recorridos por la ciudad muchas veces me he paseado por lugares así, en donde te encuentras con el patrimonio más espectacular o el que tiene mayores posibilidades irónicamente protegido por cientos de años de pobreza. Ya que el afán modernizador les volteó la cara a los pobres dejaron a su suerte bienes que de otra forma hubiesen sido arrasados, pero la indiferencia, el descuido y el paso del tiempo también hace lo propio, pues no hay bien que dure mil años.
Es así que hace su ingreso el concepto moderno de la puesta en valor de un espacio público o de un bien inmueble para la recuperación de Lima y ha habido varios ejemplos a través del tiempo: el Parque de La Muralla, la Plaza Santa Rosa, la Plazuela del Cercado, la peatonalización del eje Ica Ucayali, la Casa Bodega y Quadra, la huaca Mateo Salado, entre otros. El asunto es que cada uno ha tenido aciertos y desaciertos y en el tiempo se ha visto su éxito, su poco éxito o su fracaso.
Creo que pensar en recuperar un espacio no es una solución en sí misma sino pasa por el uso que se le vaya a dar (o direccionar) y por la problemática social del entorno. De nada sirve limpiar y poner mínimamente en valor la Alameda de los Descalzos si mañana se vuelven a levantar las bancas de mármol y se pintan con grafiti las estatuas.
De nada sirve poner en valor una casa en medio de una zona ‘brava’ solo para darnos el lujo de tenerla linda si nadie irá por ese motivo. Por eso, el rescate de Lima es un problema multifocal que ha funcionado en algunos lugares en donde se ha pensado de esa forma. Lo que no quita que se realicen, porque sí estoy convencido de que poner en valor una plaza o un inmueble es una buena estrategia para darle autoestima al vecino que se considera olvidado y funciona como un imán para el entorno solo si hay campañas de concientización, educación y sensibilización y, por supuesto, brindar seguridad.
La estrategia que ha funcionado en muchos lados es la de involucrar al vecino, en hacer que el bien o la plaza se convierta en su bien, en su plaza. Creo que la Quinta podría ir por ahí, el arreglo de su plaza es un paso en el camino correcto. Nadie quiere la casa de María Joaquina en medio de un arrabal, al final terminan apedreándole las ventanas.