Aunque legalizado por el Tribunal Constitucional, el cierre del Congreso fue ilegal (a juicio del columnista). No fue solo un acto publicitario y populista. Fue parte de una estrategia para tapar la nueva corrupción.
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Aunque legalizado por el Tribunal Constitucional, el cierre del Congreso fue ilegal (a juicio del columnista). No fue solo un acto publicitario y populista. Fue parte de una estrategia para tapar la nueva corrupción.
El presidente Martín Vizcarra quiso crear la imagen de un puro y casto político de nuevo cuño. No aceptaría la corrupción ni el obstruccionismo.
Vizcarra inventó la “denegación fáctica”, sustituyó con ello el texto de la Constitución, y suprimió un poder del Estado.
Hartos de la corrupción de viejo cuño, muchos aplaudieron. Se taparon los ojos para no ver el texto constitucional y aceptaron el engendro.
Ese era el objetivo: tapar los ojos, crear oscuridad.
Es oscuro dejar entrar a un personaje como Richard Cisneros a Palacio de Gobierno. Luego de sus visitas, el personaje obtenía sinecuras que pagan todos los peruanos.
Es oscuro que no se diga para qué fue tantas veces Swing a Palacio. Es oscuro tratar de borrar evidencias de esas visitas y tratar de atribuírselas a otros.
Pero, ¡cómo se va a comparar el robo de Odebrecht con el miniasalto de Swing!
Ahora se denuncia a Vizcarra por recibir, supuestamente, un soborno. Según Vizcarra, se debe a que reclamó celeridad en las investigaciones sobre Odebrecht. Tratan, dice, de intimidarlo y de crear condiciones para una vacancia.
Un testigo afirma que Obrainsa le pagó un millón de soles por una obra cuando era gobernador de Moquegua.
Su defensa ha sido muy mala. Él acepta que tuvo una reunión en las oficinas de la empresa adjudicataria “de carácter técnico”.
Las autoridades políticas, ¿tienen que ir a las empresas? Y si eso se aceptara, ¿no deberían juntarse los equipos técnicos en las oficinas de la autoridad?
También ha reconocido Vizcarra que solicitó a la empresa un viaje en avioneta para sus invitados. Él afirma que era en interés de la región. Sostiene que fue “responsabilidad social” de la empresa.
La responsabilidad social no tiene que ver con visitas en avionetas. Tiene que ver con escuelas, comedores o caminos. La respuesta de Vizcarra es absurda y tonta.
Otra empresa, ICCGSA, habría obtenido obras, vía soborno, por 1.800 millones de soles. Entre esas, la del hospital de Moquegua, en cuya administración están involucradas personas del entorno actual del Gobierno.
El total de las obras investigadas suma 3.796 millones de soles. Más de mil millones de dólares. ¡No tan “mini” el asalto!
De la región pasaron al gobierno nacional. El actual director general de operaciones del Minsa, Luis Herrera Chejo, fue director regional de Salud de Moquegua. Fue nombrado y nombró, en ese entonces, a través de flagrantes irregularidades.
Edmer Trujillo Mori fue ministro de Transportes y Comunicaciones. Lo ha sido de Vivienda, Construcción y Saneamiento. Fue gerente regional de Moquegua y fue quien giró 133 pagos en un día a un consorcio integrado por ICCGSA, para que pasen los controles 41 millones de soles de adelanto.
Edmer Trujillo es investigado por delitos contra la administración pública, negociación incompatible y aprovechamiento ilícito del cargo.
El presidente Vizcarra cree que está bien trabajar con ellos. Como creyó que estaba bien recibir a Swing y ordenar su contratación.
Sin Congreso, después de todo, era más fácil. Ganó popularidad y ganó oscuridad, pero no se salvó de su propio pasado, que ahora no tiene cómo tapar.
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