Argentina ha tenido más suerte en derrotar a selecciones musulmanas (Bosnia e Irán) en Brasil que a sus deudas internacionales en EE.UU., pues la Corte Suprema yanqui acaba de inhibirse de revisar la sentencia del juez neoyorquino Thomas Griesa, ese durísimo árbitro que les ha cobrado un penal financiero que, de anotarse, puede acabar el 31 de julio próximo en un catastrófico ‘default’ (cesación de pagos).
Griesa le ordenó a Argentina cancelar el 100% del valor nominal (unos US$ 1.500 millones) de unos bonos de deuda externa que un fondo oportunista compró a un precio mucho menor, años después de que Buenos Aires virtualmente estafara en el 2001 a sus acreedores al tirar “perromuerto”, para luego –unilateralmente– imponerles dos reestructuraciones que redujeron la deuda al 30% del valor original. Este ‘cabezazo’ de los Kirchner significó que Argentina se quedase sin tarjeta de crédito internacional y pasara a vivir al día de los dólares de sus exportaciones.
La tradicional adicción argentina de tomar mucha deuda externa para vivir como europeos ricos y, al final, llegar al impago y la “renegociación” es tan recurrente (1876, 1890, 1956, 1988-1992 y 2001) como ajena a la naturaleza del régimen: el militar Videla la sextuplicó y el peronista Menem la duplicó más tarde, pues su convertibilidad de los 90 (‘un peso, un dólar’) solo era viable con un espartano control de gastos que nunca se dio. Por eso Menem recurrió masivamente al crédito externo para tapar los huecos de las provincias (¡una máquinas de gastar dinero!) y tener dólares. Este esquema terminó colapsando, pese a un abusivo ‘corralito’ bancario y al apoyo del FMI.
Tras la renuncia de De la Rúa, varios breves sucesores y una maxidevaluación, llegan los Kirchner y solucionan todo con un ‘cabezazo’, que el 92% de deudores externos aceptó para recuperar alguito.
Pero quedó un 8% de acreedores rebeldes que ahora, gracias a Griesa, pueden también exigir sus papeles al 100% (US$ 15 mil millones). Como las reservas argentinas apenas llegan a los US$ 23 mil millones. Eso significaría que un país sin crédito externo se quede con solo US$ 8 mil millones en caja chica, que no durarían tres meses.
El problema es que Argentina no podrá cancelar este 30 de junio la cuota “normal” que le toca pagar al 92% de acreedores sin pagarle también a este fondo oportunista, lo que también significa asumir automáticamente el pago de esos otros US$ 15 mil millones (y hasta un posible reclamo del 92% restante para que se la pague al 100% también).
La opción argentina de siempre sería el ‘default’ total este 30 de junio, que se haría formalmente efectivo un mes después. Pero este nuevo ‘cabezazo’ traería embargos de bienes públicos y privados argentinos en el exterior, una ‘maxidevaluación’ y hasta el posible fin de las dos reestructuraciones pasadas. ¡Qué quilombo! ¡Por lo visto pronto va a volver a ser muy barato comprar en Buenos Aires!