En psicología se enseña que una tendencia básica del comportamiento humano es el llamado error fundamental de atribución. Esta tendencia indica que cuando los errores son propios, uno tiende a culpar a las circunstancias. Si los errores son ajenos, uno tiende a buscar en las características personales del que se equivocó. Así, si uno choca su auto, siempre habrá un motivo externo que lo justifique: que la señalización es confusa, que se trató de evitar a otro carro, etc. Si otro es el que choca, generalmente lo tildamos de una bestia al volante.
Las personas tienen en general mucho miedo al error y a la autocrítica. Los políticos no son la excepción. El presidente Humala dio una entrevista el día domingo y sorprendió su falta de autocrítica. Ante la pregunta explícita del periodista, el presidente no dio respuesta. Es más, cuando se le interrogó al presidente por los dos puntos más álgidos: la desaceleración económica y la seguridad ciudadana, salió al frente con cifras y hojas impresas con gráficos de barras. Cuando se le fuerza un poco más, el presidente reconoce que el contexto internacional es la base del problema de la desaceleración económica y que la seguridad ciudadana es un problema incubado en décadas; las justificaciones son externas, pertenecen al contexto. China y los gobiernos pasados serían la raíz del problema desde el punto de vista de Humala. No son problemas de su gobierno.
Desde la oposición se critica que el presidente haya jugado en contra de la inversión privada y que no haya generado confianza entre los empresarios, o se dice que le falta liderazgo político para implementar una efectiva política de control de la seguridad ciudadana. Las razones de las falencias, desde el punto de vista de la oposición, son intrínsecas al gobernante, se debe a sus (in)acciones y características personales. Son problemas del gobernante.
Cuando el presidente Humala atribuye los problemas de su gobierno al contexto, lo que quiere indicar es que estos problemas son circunstanciales, no personales. Sin embargo, la autocrítica que se le pide significa reconocer que hay factores intrínsecos a su gobierno que también son parte del problema. Se suele pensar que reconocer errores es como dispararse a los pies, cuando un reconocimiento de los propios límites y falencias genera empatía, porque quien no se ha equivocado que tire la primera piedra. Con mucho cálculo político, el reconocimiento de que su primer gobierno fue desastroso, entre otras cosas por razones intrínsecas como el entusiasmo desmedido, fue un punto a favor para la intención de Alan García de reelegirse. El presidente Humala, creo, podría reconocer algún factor propio, como la falta de experiencia pública previa, para explicar errores en su mandato.
La falta de autocrítica no es exclusividad del gobierno. Cuando los empresarios responsabilizan de la situación de su sector a Humala, no reconocen el contexto internacional en contra con el que ha jugado este gobierno y, sobre todo, no reconocen las condiciones comparativamente propicias que han tenido desde que Humala dio el tremendo giro ideológico desde la gran transformación hacia la hoja de ruta. Cuando la oposición critica la falta de liderazgo en la lucha contra la delincuencia no se dan cuenta de que ellos, en el caso del fujimorismo y el aprismo, ya han sido gobierno y que efectivamente poco se hizo para liderar una política contra los niveles crecientes de delincuencia y para transformar a la Policía Nacional. Es decir, para hacer una evaluación ponderada de los problemas nacionales habría que ver qué parte de la responsabilidad corresponde a Humala, qué parte al contexto y qué parte a los otros actores políticos.