La fiebre del campeonato mundial de fútbol es un buen pretexto para reflexionar sobre el lugar que ocupa el Perú en el mundo. Todos sabemos que, una vez más, no estuvimos entre los 32 países que lograron su clasificación al Mundial de Brasil, pero no está tan claro si somos capaces de lograr “la clasificación” en otros campos de la vida. Como referencia, el Perú ocupa según la FIFA el puesto 45 en el ránking mundial de fútbol. Por lo tanto, si creemos que estamos mal en fútbol, cualquier ubicación por debajo de esa cifra en otros campos debería hacernos reflexionar sobre nuestro grado de desarrollo.
El Perú ha sido durante la última década la estrella de la región en crecimiento del PBI: campeón sudamericano y segundo puesto en América Latina después de Panamá. Si el indicador clave fuese crecimiento económico, estaríamos en el Mundial. Sin embargo, si el indicador fuese el PBI per cápita, no clasificamos. El campeón sudamericano sería Chile y el Perú ocuparía el séptimo lugar. El campeón mundial en esta categoría es Luxemburgo y el Perú, si bien ha venido subiendo posiciones, está a media tabla: ocupa el puesto 75 en el planeta. Similar posición ocupa el Perú en el Índice de Desarrollo Humano, donde el campeón mundial es Noruega y el regional, Chile.
En democracia estamos algo mejor, pero, nuevamente, sin llegar a clasificar entre los top 32 del mundo. El Perú ocupa el puesto 61 en el ránking de democracia que elabora The Economist Intelligence Unit, donde el campeón mundial es también Noruega. Similar posición ocupamos en el ránking mundial de competitividad del World Economic Forum (WEF), donde el campeón mundial es Suiza.
El ránking del WEF nos ayuda a entender dónde están nuestras fortalezas y debilidades, ya que es un resumen de 12 ránkings. Donde somos más competitivos es en estabilidad macroeconómica (puesto 20) y en sofisticación de los mercados financieros (puesto 40). Las peores posiciones las tenemos en salud y educación primaria (puesto 95), en instituciones (puesto 109) y en innovación (puesto 122). Es evidente, por lo tanto, que para avanzar en el ránking mundial de competitividad el trabajo prioritario debe darse en los factores donde estamos más rezagados.
Habría que ser muy obtuso ideológicamente para negar que el acelerado crecimiento del PBI ha sido beneficioso para los peruanos. Los ingresos de la población se han triplicado desde que se empezó a aplicar el modelo económico de mercado a principios de los noventa y la pobreza se ha reducido a la mitad en la última década. Pero sabemos también que la economía y la política no pueden ir por cuerdas separadas por mucho tiempo y el deficiente funcionamiento de las instituciones públicas no solo frena el desarrollo económico sino que también genera insatisfacción ciudadana, lo que puede llevar al electorado a buscar un cambio de modelo.
Existen ya campos en los que el Perú se encuentra entre los mejores del mundo. Ocupamos el primer lugar del planeta, según el World Travel Award, como el mejor destino culinario y la fama de nuestros cocineros avanza rápidamente. Menos conocidos pero igualmente notables son los primeros lugares que ocupan en el mundo nuestras exportaciones de espárrago (primer puesto), banano orgánico (primer puesto), quinua (segundo puesto), palta (puesto 4), uva (puesto 5), mango (puesto 5) y café (puesto 6) gracias al esfuerzo de muchos peruanos. Historias similares de éxito se pueden encontrar en la minería, la pesca, la industria, el turismo y el arte, entre otros campos.
Para avanzar más rápido en los ránkings mundiales de desarrollo y bienestar, el Perú requiere facilitar la inversión privada –menos trámites y sobrecostos–, pero al mismo tiempo reforzar al Estado en sus funciones esenciales en los campos donde la ciudadanía más lo reclama, que son la educación, la salud y, sobre todo, la lucha contra la delincuencia y la corrupción. El desarrollo institucional toma tiempo, pero si se actúa con liderazgo y perseverancia da resultados. Nuestros vecinos Chile y Colombia han tenido un gran desempeño en el Mundial de Fútbol y han venido avanzando también en el mundial del desarrollo. No hay ninguna razón para que el Perú no pueda también hacerlo.