Desde el 2002 Perú Posible viene apostando por una participación indirecta en los procesos electorales municipales y regionales. Lo hace a través de alianzas o apoyos a movimientos de carácter local. En nuestro proceso de toma de decisiones ir con candidato propio no ha sido la opción más regular, salvo que se trate de una elección presidencial. Considero que si bien es cierto es una opción válida ella, a lo largo de los años, ha venido debilitando al partido fomentando frustración y diáspora entre sus militantes. Espero que en esta oportunidad, ser reiterativos tenga un resultado distinto, sea la excepción.
Perú Posible ha decidido ir en alianza política con los grupos que confluyen alrededor de la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, pues considera que Lima requiere de una transformación hacia una ciudad ordenada, moderna, con calidad de vida y con servicios ciudadanos que, como seguridad, limpieza, salud y transporte, se brinden con satisfacción. Cuando un partido toma una decisión busca los instrumentos para ejecutarla. En este caso el mecanismo es ir como aliado de la actual administración municipal que busca la reelección.
Ello obviamente genera preguntas. Las mismas surgen en la política de manera espontánea ante cada acción. A ellas hay que enfrentarlas con talante democrático, es decir, con tolerancia. Nos debemos al pueblo y a él hay que responder.
¿Gana algo Perú Posible con esto? En el largo plazo tal vez, si nos acompaña el triunfo. Perú Posible renuncia a sus réditos de coyuntura en aras de un objetivo superior: el bienestar de la ciudad. Y esto último solo se puede apreciar desde la distancia que trae el tiempo y la madurez de los proyectos que se impulsarán. En lo político, de corto plazo, los gananciales dependerán del desempeño de nuestros militantes en la campaña. La ciudadanía exigirá en el debate conocimiento y capacidad, para transmitir los programas y para convencer que son las personas adecuadas para llevarlos a cabo. Hay, en ese sentido, gran responsabilidad, la que pasa por entender que en política la percepción es realidad, y por lo tanto habrá una fusión entre el ser y el parecer que no se puede desdeñar.
Por otro lado, se tendrá que reconocer que la vieja definición sobre la política, que es la discusión institucionalizada, ha quedado pulverizada en tiempos de redes sociales e inmediatez participativa. Las cúpulas partidarias ya no podrán imponer decisiones en nombre de, ni buscando vacíos en el cuerpo legal al mejor estilo de abogados truchos, pues los cuestionamientos y reacciones surgirán de inmediato. Los tiempos en que la ley construía la realidad han cambiado en la era de la virtualidad y muchos políticos aún no se dan cuenta de ello. De allí la sensación de escándalo permanente. No hay discusión ni decisión política que de inmediato no sea evaluada, cuestionada o aprobada por los ciudadanos a través del tejido virtual.
Perú Posible ingresa a un nuevo período electoral acompañando, una vez más, en lugar de compitiendo directamente. Si bien es cierto que los políticos suelen hacer mal lo que nadie hasta ahora ha podido hacer mejor que ellos, aprender del error es una buena costumbre que en Perú Posible deberíamos adoptar.