Luego de tres intentos frustrados, que sería largo explicar, el avión aterrizó finalmente en El Cairo, la capital del actual . Una ciudad de 15 millones de habitantes, la más grande del mundo árabe, situada en un país que cada año recibe, aproximadamente, otros 15 millones de turistas, según Osama y Ahmed, mis guías egiptólogos. El Cairo tiene un tráfico infernal, pero, a pesar de todo, lo veo más organizado que el de Lima y, desde luego, con los matices de una megalópolis y con las diferencias que se pueden notar en sociedades que, como la peruana, no han podido lograr un progreso social, económico y político pleno. Estamos hablando de un país que alberga a 112 millones de habitantes dentro de un territorio de poco más de un millón de kilómetros cuadrados. Y así como gran parte del territorio costeño peruano es una combinación entre desiertos y valles, los egipcios viven en el desierto más grande del mundo, que se extiende desde el Océano Atlántico hasta el mar Rojo: .

Allí, en esa seca inmensidad, surgió una de las civilizaciones más antiguas y enigmáticas de la historia de la humanidad, como si fuera un milagro, un milagro de la naturaleza llamado Nilo. Realmente es asombroso. Cuando uno navega por este inmenso río, de inicio surge la interrogante de cómo se pudo formar tan gigantesco afluente en el seno de un desierto infernal con muy altas temperaturas. Jamás he sentido tanto calor en mi vida. Y allí, al costado del río, surgió que hasta ahora sigue llamando la atención de propios y extraños. El Nilo viene del centro de África y desemboca en la famosa Alejandría, fundada por Alejandro Magno, quien quedó maravillado por lo que vio. Luego de su muerte, uno de sus principales generales, Ptolomeo Soter, fundó la dinastía ptolemaica, cuyo máximo exponente fue la famosa Cleopatra de la época de los romanos.

Ahora, luego de 5.500 años, como el gran conquistador grecomacedonio, nos quedamos maravillados viendo gigantescas pirámides como las de Keops, Kefrén y Micerino, y las de Dahshur. Pero lo que queda de Egipto no son solo o su célebre esfinge, sino también sus grandes y monumentales templos como los de Luxor, Karnak y Abu Simbel, y otros menos conocidos pero también gigantescos como los de Edfu y Kom Ombo. Templos testigos del poder teocrático de los faraones. También nos impactan las tumbas en el Valle de los Reyes y el Valle de las Reinas, pero no crean ustedes que esos valles son un vergel; todo lo contrario, forman parte del inmenso desierto.

Nunca vi tantas tumbas juntas, algunas más hermosas que otras por sus adornos y jeroglíficos. Son las tumbas de los famosos faraones y reinas. Verdaderas obras de arte donde sobresalen las de Nefertari, Seti I y el famoso . Impresionan los colosos de Memnón, el templo de Hatshepsut, la sala Hipóstila de Karnak.

Pero Egipto, como el Perú, es producto de una combinación de culturas. Fue gobernada por asirios, hicsos, nubios y griegos-macedonios, y a todos ellos sobrevivió hasta la definitiva dominación romana. Luego, en la llamada Edad Media occidental, la ocuparon los cristianos y, finalmente, los árabes-musulmanes. Por eso este país está rodeado de minaretes y de mezquitas, de iglesias cristianas, sobre todo coptas. Estuve en una donde me explicaron que se cree que allí vivió Cristo cuando era niño. Un lugar sagrado para los cristianos. Egipto es la isla Elefantina, es Asuán con su gran represa. Es el gigantesco lago Nasser y el acueducto de Saladino, que en la tercera cruzada enfrentó a Ricardo Corazón de León, Federico Barbarroja y Felipe el Hermoso, quienes no pudieron tomar los santos sepulcros. Este acueducto es más grande que el famoso de Segovia.

Creo que ninguna cultura refleja mejor que la egipcia esa famosa teoría del historiador inglés Arnold J. Toynbee del reto y la respuesta. Y, claro, el Egipto moderno también tiene un reto y una respuesta sobre su futuro.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Francisco Miró Quesada Rada es exdirector de El Comercio