El ministro del Interior, Daniel Urresti, ha logrado rápidamente obtener aprobación de su muy reciente gestión. Aparece en las operaciones policiales, y hace que todos se enteren.
Es el único ministro que parece saber utilizar la relación con los medios. Si viéramos al presidente Humala en tareas similares, la apreciación de su trabajo sería distinta.
Por supuesto, la idoneidad de un ministro o de un presidente no proviene de la exposición mediática. Ni las estrategias, ni las disposiciones, ni la autoridad de una gestión tienen que ver con las cámaras, los micrófonos o los reflectores. Sin embargo, cuando se necesita de la confianza de la población, resulta útil la relación con los medios.
El presidente Humala tendría que realizar cambios en la conducción del gobierno, y hacer ver su liderazgo en la tarea. Al jefe del Estado, sin embargo, no le gustan los medios.
Al presidente no le gusta que los noticieros matutinos, por ejemplo, informen sobre tantas muertes debidas a la delincuencia. Cree saber cómo deberían manejarse los medios, y no tiene ningún empacho en anunciarlo.
Al presidente tampoco le gusta que los medios compren otros medios y le encantaría que eso no fuera posible. Le gustaría cambiar la legalidad al respecto, y así lo ha manifestado (“ahorita es legal”).
En vez de tratar de llegar a la población a través de los medios, se enfrenta a ellos y promueve la confrontación entre ellos.
A Humala no se lo ve coordinando con el ministro de Economía o con el propio ministro del Interior. A Humala, simplemente, no se lo ve.
No sabemos si eso se debe a que no está muy convencido de lo que hace o a la descalificación que le merecen los medios. Mientras tanto, su gobierno carece de capacidad de respuesta ante la crisis, y recurre a los populismos.
El aumento de las gratificaciones y el libramiento de la compensación por tiempo de servicios (CTS) revelan la preferencia por medidas narcóticas inmediatas.
Para aumentar la capacidad de compra de los consumidores no se necesitan 200 soles más en la gratificación. Se requiere una reforma que busque la eficiencia de la economía. Sin eso, no hay mejora real, y todo es ilusión.
La medida adoptada es inflacionaria. La producción está reduciendo sus niveles de crecimiento. O sea, el aumento no viene de una mejora real de la economía. Viene de un impulso por decreto del gobierno.
Las medidas de reactivación puestas en marcha no tendrán los resultados esperados. No resuelven la causa de nuestros problemas, que es la ineficiencia de la gestión y el gasto públicos.
Ojalá no suceda con esta medicina populista lo que podría pasar con la gestión sobre seguridad ciudadana. Que no quede en espectáculo, que no sea solo despliegue mediático.
La diferencia está en que un ministro algo figuretti no hace, finalmente, daño. En cambio, aumentos salariales sin respaldo nos pueden dejar mayor crisis económica como saldo.
Queremos saber qué se está haciendo para enfrentar los problemas del país.