"Bolivia es solo el último ejemplo de una creciente normalización del fraude electoral en América Latina, tras los casos más recientes de Venezuela, Nicaragua y Honduras". (Ilustración: Rolando Pinillos Romero)
"Bolivia es solo el último ejemplo de una creciente normalización del fraude electoral en América Latina, tras los casos más recientes de Venezuela, Nicaragua y Honduras". (Ilustración: Rolando Pinillos Romero)
Andrés Oppenheimer

Estados Unidos, la Unión Europea, Brasil, Argentina y Colombia han hecho lo correcto al cuestionar la dudosa victoria electoral del 20 de octubre del presidente autoritario de , , y exigir una segunda vuelta. Pero deberían hacer mucho más que eso.

Si quieren evitar otra dictadura represiva en América Latina, deberían declarar a Morales “presidente ilegítimo” si se proclama presidente en enero del 2020 sin someterse a una segunda vuelta. Eso es exactamente lo que hicieron con el dictador venezolano Nicolás Maduro cuando asumió el cargo después de una elección fraudulenta en el 2018.

En una larga entrevista telefónica, el principal candidato opositor de Bolivia y expresidente Carlos Mesa, que está exigiendo una segunda vuelta, me dijo que el fraude electoral en Bolivia es “similar” al del 2018 en Venezuela. Por lo tanto, agregó, la reacción de las democracias de todo el mundo debería ser la misma.

De hecho, bajo varios parámetros, Morales ya es un dictador. No solo controla prácticamente todos los poderes del Estado, sino que ha cambiado las leyes repetidamente para mantenerse en el poder más allá de los límites constitucionales. Entre otras cosas, Morales violó un referéndum del 2016 que él mismo convocó para poder presentarse a un nuevo mandato. Aunque perdió ese referéndum, se postuló nuevamente.

Ahora, postulándose para un cuarto mandato, Morales esperaba ganar por un margen de 10 puntos porque competía contra una oposición dividida entre más de media docena de candidatos. Y si eso no funcionaba, recurriría a un fraude, me habían anticipado varios líderes de la oposición antes del 20 de octubre.

Sobre las 8 de la noche del día de la elección, el recuento oficial mostraba que, con el 83% de los votos contados, Morales ganaba por un margen de 7 puntos, muy por debajo de los 10 que necesitaba para evitar una segunda vuelta. Morales probablemente perdería una segunda vuelta, porque la mayoría de sus rivales había prometido apoyar a Mesa.

Pero inexplicablemente el sistema de conteo electrónico de votos TREP se cayó alrededor de las 8 p.m. y permaneció así las siguientes 23 horas. Cuando se anunciaron nuevos resultados casi un día después, con casi el 95% de los votos contados, la tendencia oficial de votación había cambiado, y Morales estaba milagrosamente a punto de ser elegido en primera vuelta.

Una misión de observación electoral de 92 expertos de la que había sido invitada por el gobierno emitió una declaración denunciando que el cambio repentino en el patrón de votación después de la interrupción era “difícil de explicar”, y que los nuevos datos no coincidían con dos conteos rápidos independientes.

La misión electoral de la OEA concluyó que “continuaría siendo la mejor opción convocar a una segunda vuelta”. Las democracias más grandes del continente apoyaron la recomendación de la OEA. Cuba y Venezuela inmediatamente celebraron la “heroica victoria” de Morales.

Mesa me dijo que presentará evidencias de un fraude generalizado que se habría hecho principalmente alterando los resultados cuando se transcribían manualmente a las computadoras.

¿Mi opinión? Bolivia es solo el último ejemplo de una creciente normalización del fraude electoral en América Latina, tras los casos más recientes de Venezuela, Nicaragua y Honduras.

Desafortunadamente, el presidente Donald Trump tiene poca autoridad moral para defender la democracia luego de su abrazo descarado a dictadores como los de Corea del Norte, Rusia y Turquía.

Pero Estados Unidos, Europa y América Latina deberían prepararse para declarar a Morales como presidente ilegítimo si toma posesión en enero sin pasar por una segunda vuelta. Porque eso es lo que sería, si es que ya no lo es.

–Glosado y editado–

© El Nuevo Herald. Distribuido por Tribune Content Agency, LLC

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