“Visitar a un médico es un modo de confortarnos con la idea de que hay alguien más, fuera de parientes y amigos cercanos, preocupados por nuestra salud”. (Ilustración: Giovanni Tazza).
“Visitar a un médico es un modo de confortarnos con la idea de que hay alguien más, fuera de parientes y amigos cercanos, preocupados por nuestra salud”. (Ilustración: Giovanni Tazza).
/ Giovanni Tazza
Alonso Cueto

Amo a los médicos. Desde hace unos años, cada cierto tiempo, incorporo a un nuevo especialista a mi red de citas mensuales. Mientras aparecen nuevas dolencias, busco nuevos nombres. Un otorrinolaringólogo, un cardiólogo, un urólogo. Una neuróloga es la última que ha entrado en mi sistema de asistencias reparadoras. Estas son relaciones estables. Pero también tuve una relación quirúrgica intensa y pasajera alguna vez con un neurocirujano. Cada cita resulta no solo en un intercambio de consejos y recetas. Visitar a un médico es un modo de confortarnos con la idea de que hay alguien más, fuera de parientes y amigos cercanos, preocupados por nuestra salud. Toda cita médica exitosa es también en parte un tratamiento psicológico.

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