Hablar. Decir mamá, con apenas unos meses de nacido para identificar a ese ser que se encarga de mantenernos vivos. Poder pedir agua y luego construir frases para explicar nuestra frustración o nuestra perplejidad ante el mundo. Dejar absorta a una multitud con un discurso, recitarle un último poema a un ser querido… Solo el lenguaje humano, esa herramienta que nos fue dada por la naturaleza o Dios, ustedes elijan, nos permite la maravilla de crear lazos. De convertirnos en seres sociales. Ningún sistema es tan versátil que le permita a otro ser vivo asegurar su supervivencia con un simple “Cuidado”, o a Borges escribir algo tan bello como: “Te ofrezco esa parte de mí mismo que he guardado, de algún modo; ese corazón central que no comercia con palabras, no trafica con sueños, y que permanece intocable para el tiempo, el placer y las adversidades”.
Contenido sugerido
Contenido GEC