¿Puede haber un hombre más feliz en estos días que Richard Swing? Sale mañana, tarde y noche en la televisión. En la puerta del Congreso habla de complot. En la de Palacio, le ofrece consejos a “Martincito”. No hay nada que hacer: él es la cara de esta crisis. Y es por ello que golpea al país en imagen y autoestima.
PARA SUSCRIPTORES: Karem Roca y sus grabaciones al presidente: las zonas grises de delitos aún por determinar
Es humillante que un personaje que supera a sus imitadores en histrionismo y cuyos problemas de salud no parecieran estar adecuadamente medicados, haya adquirido tamaña notoriedad.
Y en esto Martín Vizcarra es el único responsable. ¿Qué pudo haberlo llevado a recibirlo varias veces en su despacho presidencial? Peor aún, conseguirle trabajos sucesivos en el Ministerio de Cultura (¿o todavía alguien duda de dónde vinieron las órdenes?), hasta que rebalsó el vaso al asignársele una suma nada desdeñable de la partida especial destinada a atenuar el impacto del coronavirus en el ámbito de las artes.
También empequeñecen al presidente las discusiones sobre cómo disimular la presencia del cantante en Palacio de Gobierno. O aquellas con su asistente en las que, en modo culebrón de cuarta, Karem Roca le juraba que ella era la buena. “¡Si usted es como mi padre!”. Que la mala era Mirian, la rival que la opacaba. “Ya pagará sus culpas”, la consolaba Vizcarra. ¡Pero era la ‘buena’ la que grababa!
Con Mirian Morales, tantos se lo advirtieron, estaba creando un problema de envergadura. Me incluyo. En mi columna del 19 de julio, sobre el Gabinete Cateriano, terminé diciendo: “La poderosa secretaria general de Palacio se queda […], seguirá perdiendo credibilidad el discurso presidencial en contra del clientelismo y el nepotismo; dos de las formas más frecuentes de abuso de poder en el Perú”.
Ya se fue, pero lo hizo muy tarde. El presidente se ha metido en honduras por haber escogido un entorno (al parecer su único entorno político) con las protagonistas de estos audios.
Ahora bien, ¿correspondía la vacancia presidencial? Los constitucionalistas se dividen entre los que dicen que era totalmente constitucional y los que dicen que es absolutamente inconstitucional.
Creo, más bien, que acá estamos ante un mecanismo intencionalmente político, pues lo que dice el artículo 113 de la Constitución es “incapacidad moral permanente declarada por el Congreso”; es decir, ni por constitucionalistas, ni por psicólogos, ni por curas, sino por este inefable Congreso. A mi juicio, un artículo peligroso que debería de reformarse.
Todo parece indicar que nos hemos librado, por poco y casi por azar, de tener que sumar a una de las peores crisis de nuestra historia el ser gobernados por los conspiradores. Unos con la visión política de Manuel Merino (ya tenía la banda lista y, para coronar, decide patear un penal sin arquero... y falla), y otros con el nivel ético de Edgar Alarcón, caserito de las grabaciones ilegales, lleno de acusaciones y adú de Antauro Humala (¿puede seguir presidiendo la Comisión de Fiscalización.
No olvidemos a las comparsas que hoy quieren sacar cuerpo. Alianza para el Progreso votó unánimemente por la admisión de la demanda. ¿Lo habrían hecho sin la aquiescencia de César Acuña? Y el susodicho, cuando se dio cuenta de que empezaba a oler a político quemado, los dejó en la estacada. Mención especial en esa bancada para Omar Chehade, el más entusiasta al momento de calificar de inmoral e ilegítimo a Vizcarra. Sí, no se equivocan, el mismo personaje que perdió la vicepresidencia, aun antes de ejercerla, por el escándalo de “Las Brujas de Cachiche” (¿puede seguir presidiendo la Comisión de Constitución?).
Y, cuándo no, Podemos Perú, encabezado por José Luna Morales, Cecilia García y Daniel Urresti, votó unánimemente en el mismo sentido. ¿Se imaginan todo lo que estaban pensando hacer con las posiciones de poder que conseguirían en el nuevo Ejecutivo?
Hablo de la vacancia en pasado. Salvo un terremoto de por medio, no conseguirán los votos y quizá el Tribunal Constitucional les dé la cautelar a tiempo y el presidente ni siquiera deba asistir el viernes a defenderse.
Pero Vizcarra no se queda con olor a gloria. Es sintomático que nadie lo haya defendido y que el mensaje sea: no a la vacancia, pero que sus problemas con la ley se vean cuando termine su mandato.
Quedará como un presidente empequeñecido por sus propias miserias y asustado ante la posibilidad de que aparezcan nuevos audios. Ha eclipsado su futuro político y lo esperan problemas judiciales complicados.
Tremendo volteretazo de la historia. Parecía alguien diferente e ilusionó al país con discursos de transparencia, meritocracia y honestidad, pero resulta que le dedicaba tiempo valioso a lo más bajo de la política: pagar favores y reforzar amistades con dineros del Estado.