"En esta administración, al menos hasta que fue ampayado, el Gobierno ocupaba un despacho paralelo en Breña y toma decisiones por fuera del Gabinete Ministerial" (Ilustración: Giovanni Tazza).
"En esta administración, al menos hasta que fue ampayado, el Gobierno ocupaba un despacho paralelo en Breña y toma decisiones por fuera del Gabinete Ministerial" (Ilustración: Giovanni Tazza).
/ Giovanni Tazza
Omar Awapara

Si la primera vez que reemplazó a un hubo una sensación de alivio en un mar de crispación, la segunda crisis ministerial (en menos de seis meses de gobierno) ha destapado una serie de denuncias sobre el manejo del aparato estatal que dejan muy mal parado al presidente, más que a nadie, pero que reflejan también una creciente informalidad y profundo deterioro de las instituciones encargadas de gobernar este país.

Quizá la mayor muestra de la farsa con la que se maneja la institucionalidad fue el fallido tuit que mandó Waldemar Cerrón, congresista de y hermano del fundador de Perú Libre, anunciando que había aceptado ser el reemplazo de Mirtha Vásquez a la cabeza de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM).

En entrevista con Jaime Chincha el lunes por la noche, la saliente Vásquez reconoció una tendencia que no inaugura este Gobierno, pero que, sin duda, se consagra con él: la informalidad en el Poder Ejecutivo y la paulatina irrelevancia del Consejo de Ministros.

En términos sencillos, en el orden de las cosas, la sede formal del Ejecutivo es Palacio de Gobierno, y las decisiones oficiales de política nacional (“la dirección y la gestión de los servicios públicos”, según la Constitución) se toman en el Consejo de Ministros. Pero en esta administración, al menos hasta que fue ampayado, el Gobierno ocupaba un despacho paralelo en Breña y toma decisiones por fuera del Gabinete Ministerial que, al parecer, muchas veces se vio sorprendido y denigrado por el presidente.

En ese contexto, cobra mucho más sentido el silencio que las actas de los Consejos de Ministros, analizadas en un reportaje de Christopher Acosta, revelaban hace unos meses. En esos momentos, los ministros deliberaban ante un presidente taciturno, pero queda claro hoy que ello se debía a que las decisiones de gobierno se tomaban en otros ambientes, rodeado de un grupo de asesores que ha cobrado notoriedad por las intrigas palaciegas que se han filtrado en las últimas semanas.

Nada de esto es novedad, como ya lo describí antes (“Degradación y riesgo”). Durante el Gobierno de Vizcarra, los ministros ocupaban un rol secundario y rara vez eran informados sobre anuncios o medidas. Pero es también una manifestación más aguda de la informalidad en la que vivimos y que se ha instalado ahora en Palacio de Gobierno.

No tiene el tinte siniestro que cobró con Vladimiro Montesinos, con su despacho y (residencia) alterna en una base militar en los 90. Es mucho más mundano y burdo, como los audios palaciegos y el ascendente de un vidente sobre el gobierno de Vizcarra mostraron, o como las fiestas infantiles y la presencia de un grupo de asesores que se acuchillan entre ellos en el gobierno actual.

El Gabinete Ministerial en el Perú fue incorporado como forma de atemperar el poder presidencial a mediados del siglo XIX. Según Basadre, como un freno a la forma en que Ramón Castilla lo manejó en su primer gobierno. Surge entonces con la idea de ser un límite al poder concentrado en una persona en el Ejecutivo. Desde ahí, evolucionó hasta convertirse en un actor institucional de gran peso y relevancia en el sistema político, encargado de dirigir la política general de gobierno. Además, el presidente del Consejo de Ministros representaba y mediaba entre el gobierno y otros actores políticos, en el Parlamento y en las calles.

Hoy, vemos la caída en desgracia de una institución que había logrado construir un espacio decisivo, al punto que desconoce las decisiones básicas del presidente. No imagino a alguien tuiteando que sería el próximo ministro de Economía con la liviandad con la que se maneja la PCM desde este Gobierno y el partido que lo acompaña, y dudo que recobre su importancia en lo inmediato.