Maite  Vizcarra

La está en el ojo de la tormenta otra vez. Y ahora porque estaría atentando contra la posibilidad de varias personas de acceder a una carrera universitaria y, al mismo tiempo, autofinanciarla.

El acceso a la educación superior –universitaria o técnica– en el Perú es una de las más bajas de Latinoamérica debido, justamente, a razones económicas. Por ello, el universo de personas que opta por estudiar una probablemente también haya tenido que unirse a la población económicamente activa. En ese sentido, la prohibición de que las universidades oferten carreras en pregrado en un 100% online –aún es posible acceder a algunas carreras en pregrado de manera virtual, pero solo en un 20%– habría tenido que considerar razones sociales como la señalada, más allá de las meramente metodológicas.

Pero, aún así, respecto de las razones metodológicas, tampoco es un argumento contundente el que ponen sobre la mesa los representantes de la Sunedu para levantar la educación online del pregrado.

O sea, no es cierto que una persona no pueda estudiar online una carrera de ciencias exactas en un número de horas mayor al 50% de su carga académica, porque ello estaría afectando la calidad de su formación. Hoy en día existen soluciones tecnológicas que permiten simular escenarios reales que permiten completar la formación profesional en el caso –incluso– de ciencias de la salud o las ingenierías.

Dicho esto, la pregunta entonces tendría que replantearse y sería: ¿existen en el Perú universidades que cuenten con las facilidades tecnológicas que permitan suplir la formación presencial exigible? Si la respuesta es positiva, entonces podríamos seguir teniendo facultades de ingeniería o medicina formando profesionales vía medios online en un porcentaje mayor al 50% o en un 100% –incluso–. Si la respuesta es negativa, pues lo que queda es revisar cuán formativa es –en verdad– la educación virtual, tal como se ha venido impartiendo en el pregrado peruano vía online hasta diciembre del 2023.

Al respecto, existe mucha evidencia y recomendaciones de entidades como el Banco Mundial que reconocen que la educación online –pregrado y postgrado– no solo es conveniente desde el punto de vista formativo tradicional, sino que además colabora a aumentar la empleabilidad de las personas en un entorno cada vez más influenciado por lo digital. Se habla así de que la educación virtual facilita la adquisición de nuevas habilidades digitales fundamentales para el trabajo en red, por ejemplo.

Así como el trabajo fabril era la forma organizativa típica de la sociedad industrial, el trabajo en red es la forma organizativa básica de la economía y de la sociedad del conocimiento –que ya estamos viviendo–.

Tal vez usted ya está trabajando en red sin saberlo: organizar las labores de modo online en esquemas flexibles, autónomos, con una supervisión basada en objetivos/resultados.

Pero trabajar en red no solo permite mejorar la empleabilidad local, también aumenta las posibilidades de encontrar trabajo fuera de las fronteras nacionales. Aceptar que estas formas de trabajo serán las dominantes incluso en el Perú en muy breve plazo es tapar el solo con un dedo.

Y una de las principales dimensiones de cambio que implica la consolidación de esas nuevas formas de trabajo es la transformación de los modelos de formación a escenarios de capacitación continua, en los que el aprendizaje online es clave. Porque no hay sociedad del conocimiento sin sociedad del aprendizaje continuo. No hay trabajo en red sin formación para la empleabilidad. Y la formación, el aprendizaje y el desaprendizaje continuados para la empleabilidad se concretan a través de los medios digitales.

En este contexto de cambio laboral, económico y social, la formación virtual profesional, pero sobre todo para la empleabilidad, debería tener un papel muy relevante, porque podría constituirse en un instrumento eficaz para el logro de las nuevas habilidades y competencias, que claramente la Sunedu y los colegios profesionales opuestos a lo virtual no están viendo.

Maite Vizcarra es tecnóloga, @Techtulia