Parece que el gobierno no está siguiendo la recomendación favorita de la primera dama al explicar los sucesos en el Parlamento y está tratando de tapar con un dedo el evidente malestar que existe en el país –reflejado en la encuesta que hoy publicamos– por la falta de institucionalidad en la forma como nos vienen gobernando.
En realidad desde el primer gobierno de Belaunde en la década del 60, cuando la coalición del Apra con Odría se tumbaba primeros ministros prácticamente a diario, no hemos tenido una situación similar de virtual censura a un nuevo Gabinete que se estaba presentando. Es, sin duda, la más seria crisis política que Humala ha enfrentado.
Tanto el presidente del Congreso como el mismo mandatario parecían conscientes de la gravedad de la situación no bien se produjo la masiva abstención de la oposición, motivo por el cual no se sumaron a la tinterillada de la bancada oficialista que, con una interpretación reglamentaria, quiso pasar el voto de confianza por la puerta falsa. ‘Leguleyada’ que, de haberse concretado, hubiera arrastrado el pesado lastre de la falta de legitimidad, generando una permanente sensación de inestabilidad. En ese caso, difícil pensar que los ministros hubieran logrado sobrevivir por mucho tiempo en sus cargos. Por lo cual consideramos que fue adecuado pedir el mismo viernes en la noche al Congreso que se reúna mañana para encontrar una salida al ‘impasse’ que están enfrentando.
Sin embargo, parece que con la luz de la mañana se produjo un cambio y ahora dicen que no es el protagonismo de Nadine Heredia lo que ha generado el rechazo y no están dispuestos a negociar sobre ‘asuntos que no estén guiados por el interés nacional’ (¿?). Con lo cual es probable que sigan entrampados.
En ese contexto sería bueno que la pareja presidencial haga una pausa y reflexione sobre cómo ha cambiado el escenario. En primer lugar es evidente que la población se ha indignado con la forma como el ex primer ministro Villanueva fue maltratado y culpa de ello principalmente a la primera dama. Con ese incidente, su injerencia y protagonismo han quedado desnudados, iniciándose con ello, por primera vez durante este mandato, un proceso generalizado de desaprobación de su gestión, que se está acelerando.
Incluso a este paso ya no podrán compensar con su popularidad desaciertos del gobierno y cualquier ventana de oportunidad electoral que estaban esperando para su tan negada candidatura claramente se les está cerrando. Mientras que la confrontación por la agresividad e intolerancia con la que el mandatario se refiere a la oposición, tildando de ‘asquerosas’ las críticas a su esposa, solo aumenta el número de ciudadanos en las filas de los que lo están desaprobando.
Por otro lado el horizonte para recobrar popularidad se presenta oscuro y complicado si consideramos que este será un año de crecimiento relativamente bajo, que para colmo tiene a la tercera parte del crecimiento representado solo por el sector minero gracias en parte a un cambio estadístico en el peso con el cual ese sector es contabilizado. Así que lo más probable es que no mejore el nivel de ingresos de la mayoría de peruanos.
Por ello, lo lógico ahora sería dialogar con la oposición para buscar un consenso mínimo de trabajo, para lo cual, de seguro, le exigirán al gobierno que defina con claridad el rol de los que están formalmente a cargo.