La agencia de viajes Nicolás Maduro ofreció generosamente sus paquetes exclusivos para congresistas. La promoción era irresistible: pasajes, alojamiento y viáticos en Caracas. Todo gratis. Todo incluido. La única condición era hacerse de la vista gorda y tener la suficiente cara de palo para alabar al régimen que ha perpetrado un fraude histórico. Al menos cinco parlamentarios peruanos no pudieron rechazar tan ventajoso ofrecimiento.
Nada les importó que el paseo pagado coincidiera con fecha de la celebración del aniversario patrio peruano y que sus labores como congresistas les exigieran estar ese día en sus escaños escuchando el mensaje a la nación. Comida, bebidas y hotel gratis pesaron más que el deber.
Fue así como los tan neutrales y objetivos Guillermo Bermejo (conocido por su desdén hacia las “pelotudeces democráticas”), Kelly Portalatino, María Agüero, Elizabeth Taipe y Margot Palacios, todos ellos integrantes o exintegrantes de Perú Libre, participaron como veedores en las elecciones venezolanas del pasado 28 de julio.
Así, Maduro tuvo de su lado a las Fuerzas Armadas, a los que contaron los votos y, como si fuera poco, a los que fueron a observar las elecciones y asegurar su transparencia. Era el dueño de la pelota, del estadio, de los árbitros y encima el encargado de repartir las entradas a los asistentes. Como era de esperarse, a su retorno los viajeros defendieron la limpieza de los comicios y destacaron las virtudes democráticas del dictador que los llevó de paseo y les llenó la panza. Mientras que el mundo entero vio fraude y amañamiento en Venezuela, ellos solo vieron diafanidad y fiesta democrática.
Todo indica que en el Congreso no moverán un dedo y que el paseo pagado a los propagandistas de Maduro quedará pronto en el olvido. Los garantes de las cristalinas elecciones seguirán llenando de loas a su tiránico anfitrión mientras la derecha mira a un costado en “aras de la gobernabilidad”.