El presidente Martín Vizcarra asistió a la entrega de credenciales a los congresistas electos en la sede del JNE. (Foto: César Campos / GEC)
El presidente Martín Vizcarra asistió a la entrega de credenciales a los congresistas electos en la sede del JNE. (Foto: César Campos / GEC)
Editorial El Comercio

El viernes de la semana pasada, los congresistas electos en los comicios del 26 de enero finalmente recibieron sus . Se realizó para ese efecto una ceremonia en el Centro de Convenciones de Lima, en San Borja, en la que el titular del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), Víctor Ticona, se encargó de entregarles a 128 parlamentarios (dos de los elegidos estuvieron ausentes en el acto) el documento que los acredita como tales: un ritual muy parecido al que han protagonizado tantas otras representaciones nacionales antes de iniciar su mandato… salvo por un detalle: esta vez el presidente de la República estuvo presente.

Se trata de una circunstancia inédita en la historia reciente. Los jefes de Estado no suelen ir a esta ceremonia y, si se lo piensa bien, la abstención tiene sentido. Los integrantes del Legislativo son, después de todo, los llamados a contrapesar el poder del Ejecutivo; y el de ellos va a ser, a su vez, contrapesado por el Ejecutivo. Mal puede entonces el presidente forzar su presencia en la “mesa de honor” encargada de oficiar el acto simbólico por el que los legisladores adquieren el estatus ya descrito, pues el gesto deja el sabor de que está ejerciendo una especie de supervisión o tutoría sobre sus futuros fiscalizadores. Peor todavía si la ceremonia incluye una foto con él, como en una graduación escolar.

No hay que olvidar, por otra parte, que las elecciones adelantadas que han convertido a las personas que recibieron el viernes sus credenciales en legisladores fueron consecuencia del cierre del Congreso ordenado por el presidente , por lo que, deliberado o no, el mensaje de que son el producto de una decisión política suya estaba en el aire.

Por todas estas razones, la concurrencia del jefe de Estado a la ceremonia no resultaba conveniente. Y él tiene que haberlo sabido antes de acudir. Si a pesar de todo, decidió presentarse, sería bueno que explicase los motivos.