Editorial El Comercio

Ayer, durante uno de esos mal llamados Consejos de Ministros Descentralizados (que más parecen mítines de campaña, pues el debate suele escasear en estos y, por el contrario, lo que abundan son las intervenciones efectistas y el ataque a otras instituciones) , el presidente volvió a referirse a la supuesta popularidad para instaurar una asamblea constituyente enviada al Congreso esta semana a través de un proyecto de reforma constitucional. “Como el pueblo sabe, nosotros hemos recogido el sueño, el clamor del pueblo a nivel nacional”, sostuvo.

Ya anteriormente la veracidad de esta afirmación, así como la manera en la que quienes promueven un cambio total de la Carta Magna nunca suelen explicar de qué forma una nueva redacción de esta podría generar mayor bienestar para los ciudadanos. Ahora, además, una encuesta de alcance nacional realizada la semana pasada por Ipsos y difundida dos días atrás ha reafirmado que el lugar que ocupa la asamblea constituyente entre las prioridades de la ciudadanía sigue siendo tan marginal como lo era a inicios de año (según de la misma empresa demoscópica). Solo un 7% de encuestados considera que la propuesta del Gobierno debería tener preferencia en esta coyuntura, mientras que el grueso de los consultados reclama mayor atención en problemas como inseguridad ciudadana (43%), lucha contra la corrupción (42%), reactivación económica y generación de empleo (33%), retorno pleno y seguro a clases presenciales (15%), la lucha contra el COVID-19 y el proceso de vacunación (13%), entre otros.

Por supuesto, uno podría argumentar que una cosa no quita la otra y que, así como el Gobierno atiende, por ejemplo, la demanda ciudadana por mayor seguridad, también podría al mismo tiempo impulsar una nueva Carta Magna. El problema, sin embargo, es que la administración de Perú Libre ni siquiera ha mostrado una estrategia clara y efectiva para atajar los principales problemas que, siguiendo los resultados del sondeo en cuestión, agobian a la mayoría de los peruanos a los que la narrativa oficialista dice escuchar.

¿En qué consiste la estrategia gubernamental, por ejemplo, para combatir la criminalidad aparte de para armar al personal del serenazgo, enviar a los militares a las calles, prohibir que dos personas puedan transitar en una moto lineal o establecer la castración química para violadores sexuales? ¿Cuál es la directriz que une a las gestiones de los exministros del sector Juan Carrasco, Luis Barranzuela, Avelino Guillén y ahora Alfonso Chávarry? Del mismo modo, ¿qué está haciendo el Ejecutivo para luchar contra la corrupción cuando desde el propio presidente existe una tendencia peligrosa a conducirse entre los pliegues de la opacidad? ¿Qué debemos interpretar los ciudadanos cuando el Gobierno a un procurador por denunciar al mandatario?

En cuanto a la recuperación económica, hay que decir que el mandatario y sus colaboradores más cercanos parecen más empecinados en agravar la incertidumbre entre los empresarios antes que en despejarla. Sectores como la minería y el turismo sufren cada cierto tiempo parones por la conflictividad social o –ya de plano– por la incompetencia del Gobierno sin que nadie en el Ejecutivo parezca inmutarse. Mientras que el Ministerio de Trabajo luce más enfocado en encarecer la contratación formal en lugar de promoverla.

Sobre el regreso a clases, como sabemos, hemos compartido el demérito de ser uno de los últimos países en la región en reabrir las escuelas, mientras que en lo que respecta a la campaña de vacunación, el que hasta hace unos meses se perfilaba quizá como un oasis de buena gestión en un desierto signado por la incompetencia, ha terminado comprometido en medio de un escándalo en torno de la inoculación de la cuarta dosis.

Si el presidente realmente quiere atender las demandas de la ciudadanía hay maneras más efectivas de hacerlo que impulsando una asamblea constituyente, que, a estas alturas, aparece a la cola de las prioridades de un país agobiado por problemas que demandan un liderazgo que en el Ejecutivo nadie parece tener.

Editorial de El Comercio