"Los tiempos, en suma, nos exigen adaptación y demandan que, como periodistas, estemos atentos a lo que los peruanos necesitan para aplacar la incertidumbre actual y para que el futuro se vea con mayor claridad". (AP Photo/Martin Mejia)
"Los tiempos, en suma, nos exigen adaptación y demandan que, como periodistas, estemos atentos a lo que los peruanos necesitan para aplacar la incertidumbre actual y para que el futuro se vea con mayor claridad". (AP Photo/Martin Mejia)
/ Martin Mejia
Editorial El Comercio

El mundo está pasando por un momento crítico. No solo nos asola un virus letal, que ya ha infectado a casi 16 millones de personas y ha matado a más de 600 mil; también venimos enfrentándonos a la incertidumbre, a una amenaza que los expertos aún se esmeran por terminar de comprender y sobre la que aprendemos día a día a cuentagotas. Como se sabe, el descubrimiento de la verdad demanda rigurosidad y, en este caso, el empleo disciplinado del método científico. Una realidad que, lamentablemente, colisiona con la urgencia ciudadana por obtener respuestas a sus preocupaciones.

Las condiciones, entonces, están dadas para que los vacíos los llenen los charlatanes. Para que la desesperación y el temor al sean arropados por falsos “remedios milagrosos” (tés de esto y aquello, dióxido de cloro, gárgaras de desinfectante, etc.), difundidos por personas que reniegan del consenso académico o políticos irresponsables, que van desde el presidente Donald Trump hasta el gobernador regional de Arequipa, Elmer Cáceres Llica.

Asimismo, de la incertidumbre también germinan teorías de conspiración, explicaciones destempladas y ciegas a la evidencia que pueden llegar hasta a negar la existencia del virus o a sugerir que este es propalado, por ejemplo, por las antenas 5G.

Ante esta coyuntura, el ha tenido que asumir especial responsabilidad. Frente a la escasa información, ha tocado privilegiar la que ofrecen los expertos, la que con el paso del tiempo van actualizando instituciones como el Ministerio de Salud (Minsa) y la Organización Mundial de la Salud y la que va descubriéndose de a pocos y trayendo pequeñas dosis de esperanza. Al tiempo que tratamos de contrarrestar los efectos de las noticias falsas que se diseminan por las redes sociales.

En ese esfuerzo también nos ha tocado ser incluso más vigilantes con nuestras autoridades que, por sus limitaciones, en más de una ocasión han presentado data desfasada o que no cuadra al ser contrastada con otras fuentes, como ha ocurrido con el número de fallecidos.

Han pasado 141 días desde que el primer caso de se diagnosticó en nuestro país. Según las cifras del Minsa, ya se han contagiado 375.961 peruanos y han muerto, hasta ayer, 17.843. Dado el aumento de los contagios en los últimos días y en vista de cómo se ha comportado el nuevo coronavirus en otros lugares del globo, lo más probable es que tengamos aún mucho camino por recorrer antes de poder estar seguros de que hemos salido de este trance histórico. No podemos bajar la guardia y la información tiene que estar a la altura de nuestros esfuerzos por sobrevivir.

En El Comercio, esta tarea la tenemos muy clara. Desde que empezó esta crisis nuestros periodistas han trabajado día a día no solo para que la ciudadanía tenga a la mano las últimas noticias, sino también para que disponga del mejor análisis. Nuestra nueva edición de fin de semana supone la continuación de nuestro compromiso, en una presentación más cómoda y con información aún más profunda. De esta manera, los sábados le haremos llegar información utilitaria para ayudarlo en su toma de decisiones y los domingos le ofreceremos la mirada de múltiples especialistas y personajes que definen la actualidad, así como las historias y reportajes más importantes del momento.

Los tiempos, en suma, nos exigen adaptación y demandan que, como periodistas, estemos atentos a lo que los peruanos necesitan para aplacar la incertidumbre actual y para que el futuro se vea con mayor claridad. Esta es nuestra responsabilidad y la renovamos todos los días.

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