Ayer el Congreso aprobó el más reciente paquete de medidas tributarias propuestas por el gobierno que habían generado amplios debates y discusiones. Si bien es cierto que la reducción del Impuesto a la Renta es algo positivo, pues las personas tendrán más dinero para gastar en lo que consideren necesario en vez de entregárselo a un Estado que todos los años nos ha demostrado su incapacidad para gastar eficientemente, nos preocupa el hecho de que se haya mantenido el aumento del impuesto a los dividendos para empresas no domiciliadas en nuestro país. Además, también nos llama la atención dos anuncios relacionados que irían en contra del espíritu de la promoción de la inversión: mantener el impuesto a las ganancias de capital y la propuesta del propio partido de gobierno de obligar a las empresas de menos de 20 trabajadores a repartir utilidades. Analicemos estas contradicciones.
En un primer momento, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) anunció el aumento del Impuesto sobre los dividendos (del 4,1% actual a un 9,3%). El argumento: las tasas a los dividendos en el Perú son bajas y se deben subir de manera gradual para promover que el dinero sea reinvertido en nuestra economía. Sin embargo, el Congreso y el MEF corrigieron esta medida por ser contradictoria y se abandonó la iniciativa de gravar los dividendos de empresas domiciliadas en el país, pero mantuvo la propuesta de aumentar el impuesto sobre los dividendos a todas las empresas domiciliadas en el extranjero.
Lo preocupante de esta medida es que el objetivo de las empresas es poder generar el mayor retorno posible para sus inversiones y repartir utilidades a sus accionistas, de ser el caso. Sin embargo, este impuesto afecta ese retorno y desincentiva que empresas extranjeras quieran invertir en nuestro país, volviendo a nuestro mercado menos atractivo frente a otras economías.
Por otro lado, es poco entendible la oposición del ministro Alonso Segura a la propuesta de la Bolsa de Valores de Lima (BVL) y las sociedades agentes de bolsas (SAB) de eliminar o reducir el impuesto a las ganancias de capital (es decir, cuando uno compra un activo como, por ejemplo, una acción en la bolsa y la vende a un precio más caro del que se pagó, se aplica un 5% a la ganancia). El ministro Segura ha argumentado que este tipo de tasas existen en otros países y la del Perú (5%) es una de las más bajas del mundo.
Sin embargo, es importante recordar que en Chile y Colombia, por citar algunos ejemplos cercanos a nuestra realidad, no existe el impuesto a las ganancias de capital. Y, probablemente, esta sea una de las principales razones que explicarían por qué las bolsas de estos dos países negocian diariamente diez veces más (en montos de dinero) que la BVL.
Algunos podrían argumentar que si este impuesto se elimina, el Estado recaudaría menos. No obstante, dado que el monto que se mueve en el Perú cada día es tan bajo (entre S/.15 y S/.17 millones), que se recauda muy poco y, por ello, la eliminación de esta tasa no significaría un impacto fiscal importante. Por el contrario, lo que el país verdaderamente necesita en este momento es un mercado de capitales más líquido para atraer más inversión de portafolio y que las empresas peruanas puedan acceder a más fuentes de financiamiento.
Por otro lado, tenemos que recordar que muchos peruanos deciden invertir en bolsa como una forma de ahorro. Y, si las ganancias por ahorros bancarios no son gravadas, ¿por qué debemos imponer un impuesto a las ganancias de capital? ¿No es esto acaso discriminatorio?
Finalmente, pese a que el Ejecutivo ha anunciado que busca flexibilizar el mercado laboral, recientemente la bancada de Gana Perú ha presentado un proyecto de ley que pretende obligar a todas las empresas –sin importar el número de trabajadores– a distribuir utilidades a sus trabajadores, además de elevar el tope del reparto por trabajador de 18 remuneraciones a 24, lo cual incrementaría los costos laborales –que ya son de los más altos de la región– y restará competitividad a nuestras empresas.
Si el verdadero objetivo del gobierno es promocionar la inversión, es contraproducente que se hagan anuncios que claramente la desincentivan. No tiene sentido dar un paso para adelante si luego se dará uno para atrás.