De uno u otro modo, todos los países construyen su propia y particular historia económica a través de décadas de decisiones políticas. En Latinoamérica, una de las historias económicas más interesantes es sin duda el caso de Argentina. De ser una de las naciones más prósperas del mundo a inicios del siglo pasado, el país ha venido de tumbo en tumbo en las últimas décadas al compás de decisiones políticas recurrentemente equivocadas. Si hay algo parecido a una certeza cíclica en Latinoamérica, esa es que cada una o dos décadas Argentina entrará en una crisis económica a partir de las semillas plantadas en la crisis anterior.
La historia parece estar a punto de entrar a una nueva fase de su conocido ciclo a partir de los resultados de las elecciones primarias celebradas hace poco más de una semana. Estas arrojaron como claro ganador a Alberto Fernández, peronista que comparte la fórmula presidencial con la exmandataria Cristina Fernández de Kirchner. La coalición oficialista, liderada por el actual presidente Mauricio Macri, sufrió una contundente y sorprendente derrota en anticipo de las elecciones generales a realizarse en octubre próximo. Las primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) –esquema similar al que se ha planteado para el Perú– hicieron poco para contribuir a la elección democrática de los candidatos de cada partido, pero funcionaron como una suerte de gran encuesta.
Si bien el resultado superó las expectativas de los peronistas más optimistas, lo cierto es que el pobre desempeño del actual gobierno tuvo un rol decisivo. Después de trece años de kirchnerismo y de políticas económicas insostenibles, la plataforma principal sobre la cual fue elegido el presidente Macri giraba entorno al control de la inflación, la estabilidad cambiaria, el orden económico y la reducción de la pobreza. No alcanzó a cumplir ningún objetivo. El optar por cambios graduales en decisiones que requerían modificaciones drásticas –respecto del tamaño de Estado o de la prevalencia de los subsidios, por ejemplo– le costó popularidad, poder y tiempo. Hoy, la dupla electoral Fernández-Fernández capitaliza en los errores de la administración de Macri, a pesar de que fue el mismo kirchnerismo quien plantó muchos de los desbalances económicos que Cambiemos fue luego incapaz de corregir.
Desde un plano distinto, preocupa sobremanera que alguien que tiene tantas causas abiertas y un juicio en marcha como Cristina Fernández regrese a las más altas esferas del poder sin haberse antes esclarecido su situación legal. La expresidenta tiene seis procesos con pedidos de prisión preventiva, pero han sido bloqueados en el marco de su inmunidad como senadora. Una eventual vicepresidencia complicaría aun más el alcance de la justicia, pues antes de su detención debería llevarse a cabo un juicio político en el Congreso para destituirla del cargo. Ante su delicada situación con la justicia de su país, no hace falta ser demasiado suspicaz para preguntarse cuánto de esta nueva aventura electoral de Fernández tiene relación con la inmunidad de la que gozaría como vicepresidenta.
Las primarias argentinas dejan dos reflexiones para el Perú. La primera es que las PASO, en ausencia de otras reformas más significativas, contribuyen poco a la representatividad que se busca en el sistema electoral. Lo segundo a tener en cuenta es que, en los próximos años, los gobiernos de corte populista de la región latinoamericana contarían con un nuevo y fuerte aliado en Argentina. Sumado a las gestiones de los presidentes Andrés Manuel López Obrador en México y Jair Bolsonaro en Brasil, así como la próxima reelección de Evo Morales en Bolivia, los movimientos populistas en el Perú se pueden beneficiar de una corriente externa favorable. Pero, a diferencia de lo que sucede en Argentina, aprender de nuestra propia y reciente historia hasta ahora ha inmunizado al Perú repetir errores económicos costosos. Que siga así.