La presentación de la primera dama ante la comisión congresal que investiga las presuntas actividades ilícitas de Martín Belaunde Lossio (MBL) con el Estado, ocurrida hace dos días, ha levantado una enorme polvareda. En gran parte, por las declaraciones que la señora Heredia prestó a la prensa a su salida de la sesión.
En ellas, la esposa del presidente desarrolló dos líneas de crítica al trabajo de la comisión. En primer lugar, alegó que en la citación que le hicieron no se indicaba una imputación concreta. Una duda que solo se despejará cuando se conozca la documentación adjunta a la citación misma, descrita en el oficio como “sustentatoria de la decisión asumida por la Comisión Investigadora, con la finalidad de que [la investigada] pueda hacer uso de su derecho de defensa en respeto al debido proceso”.
Su otra crítica se dirigió concretamente hacia la presidenta de la comisión, Marisol Pérez Tello, a quien acusó de haberle hecho a otro invitado de ese grupo de trabajo parlamentario –al señor Rodrigo Arosemena– una pregunta que “denigra a una mujer que, como ella, es madre y esposa”. Y de no tener, en consecuencia, ‘calidad moral’ para presidir la comisión.
La pregunta, al decir de la esposa del presidente, fue sobre el chisme de una vinculación sentimental, que Pérez Tello, además, habría querido que conste en actas. Pero si uno se fija en el texto de la pregunta, y no en los alardes teatrales de la señora Heredia, resulta que no existe en ella nada de aquello que la acusación pretende.
“¿En qué oportunidades y cuántas veces ha tenido usted una reunión o una actividad en común con la primera dama?”, fue lo que Pérez Tello le inquirió a Arosemena, ex gerente de Antalsis, empresa relacionada con Martín Belaunde Lossio y a través de la cual se realizaron muchas de las actividades hoy bajo la lupa. Y la verdad es que no solo no se distinguen en ella las supuestas desviaciones de naturaleza chismosa que indignaron a la señora Heredia, sino que la demanda luce más bien como absolutamente pertinente en el contexto de la investigación en la que se inscribe.
El problema lo suscitó, en realidad, el testimonio que dio previamente Pérez Tello sobre la incomodidad que suponía para ella abordar una materia relacionada con personas a las que en otros espacios –esos sí de rumor maldiciente– se había vapuleado injustamente. Lo que ella le pide, pues, al señor Arosemena es que entienda su interpelación en ese contexto de repudio a la atmósfera ‘magalymedinesca’ en la que se ha tratado de sumir su vida privada. Y la mejor prueba de que la pregunta fue entendida efectivamente así es que el señor Arosemena la agradeció y aprovechó la ocasión para establecer que está “felizmente casado”.
Todo esto, cabe precisar, ocurrió hace más de un mes y en una sesión reservada, que no trascendió a los medios. Nadie, por lo demás, se sintió escandalizado por la información que se requirió ni por la forma en que fue solicitada.
Hace dos días, sin embargo, la primera dama acude al Congreso con una indignación extemporánea al respecto, de la que no dice nada al llegar y pedir que la sesión sea pública (ahora se entiende con qué fin). Y como no consigue esto último, la despliega primero en la sesión reservada y luego, rodeada siempre de un batallón de extras, frente a la prensa que aguardaba a la salida de la reunión.
¿No comprendió lo que Pérez Tello había querido hacer con su escrupuloso deslinde o simplemente aprovechó el pretexto que le habían puesto al alcance para victimizarse y distraer la atención pública del esclarecimiento que se busca de sus nexos financieros, laborales y de influencia política con Belaunde Lossio?
De todas las comisiones investigadoras que han existido o existen en este Congreso, la única que no tiene reputación de ser en ocasiones caja de resonancia de los afanes de figuración de sus integrantes o de festinar trámites y estropear el debido proceso en el apuro de ganar primeras planas, es la MBL. Y ello obedece, en gran parte, a la discreción, puntillosidad y dominio de la materia de su presidenta. Es decir, a su credibilidad.
Y es precisamente eso lo que han tratado de minar con su dramática puesta en escena la señora Heredia y su coro trágico. Allá los que se dejen impresionar por el montaje. Nosotros seguimos interesados en lo que la investigación conducida por Pérez Tello busca sacar a la luz y revelarnos.