El ministro de Transportes y Comunicaciones (MTC), Edmer Trujillo, acude a una sesión de la Comisión de Transportes del Congreso el 8 de mayo del 2018. (Foto: Dante Piaggio/El Comercio).
El ministro de Transportes y Comunicaciones (MTC), Edmer Trujillo, acude a una sesión de la Comisión de Transportes del Congreso el 8 de mayo del 2018. (Foto: Dante Piaggio/El Comercio).
Editorial El Comercio

largamente buscada y finalmente conseguida por este Diario con el titular de Transportes, , dio pie a . En él, decíamos que, a juzgar por sus declaraciones, el ministro no tenía “la responsabilidad funcional para solucionar los problemas más apremiantes de su sector” o que, si la tenía, era “incapaz de enfrentarlos en plazos razonables”.

La reflexión venía a cuento, por supuesto, a raíz de las contestaciones que dio a varios de los cuestionamientos relacionados con la reciente tragedia ocurrida en el ‘garaje’ informal aledaño al clausurado terminal de Fiori, donde 17 personas perdieron la vida.

Observaciones específicas sobre las falencias y vacíos de autoridad que permitieron que sucediese lo que sucedió merecieron de su parte, en efecto, réplicas como “todas esas actividades empresariales se hacen en las ciudades y las ciudades corresponden a los municipios” o “el ministerio es tan grande, con muchas cosas que abordar”, en las que la vocación por desentenderse de cualquier responsabilidad sobre un terrible evento cuya prevención caía evidentemente dentro de la esfera de acción del Ministerio de Transportes y Comunicaciones () era ostensible.

La disposición a diluir tales responsabilidades desde el Ejecutivo se había puesto de manifiesto, en realidad, ya con la pretensión del presidente de la República de que el accidente había sido “culpa de todos”. Aparte de que es claro que una culpa no puede alcanzar a quien nada ha tenido que ver con una determinada circunstancia infausta como la que comentamos, no puede pasar desapercibido el truco retórico que la frase entrañaba: lo que es culpa de todos acaba siendo culpa de nadie.

Pues bien, el domingo por la noche, mientras el editorial al que aludíamos antes estaba siendo impreso, una entrevista televisiva al presidente del Consejo de Ministros, , vino a llover sobre mojado sobre el mismo problema. En ella, el jefe del Gabinete insistió en la tesis de la responsabilidad difuminada. “Acá creo que la responsabilidad es de todos”, dijo. Y luego, tras admitir que existía una responsabilidad “del Gobierno Central” –no del MTC, específicamente–, procedió a enumerar las otras partes comprendidas en ese vasto ‘todos’: la municipalidad, la revisión técnica, la sociedad… “Somos absolutamente tolerantes con esto”, anotó.

La verdad, no obstante, es que muy pocos somos tolerantes con lo ocurrido. La indignación ciudadana al respecto está bastante difundida y las próximas encuestas le traerán probablemente al gobierno una noticia contundente acerca de lo que una porción importante de ella piensa sobre la permanencia del señor Trujillo al frente de un portafolio que, según todos los indicios, administra con indolencia.

El primer ministro, como se sabe, obtuvo la semana pasada en el la confianza para el equipo ministerial que encabeza de manera bastante ajustada (con apenas 46 votos: el respaldo más escuálido que haya recibido Gabinete alguno en los últimos 18 años), y no parecería una buena idea malgastarla en apañar una gestión tan morosa como la del actual titular del MTC. Máxime cuando este mismo gobierno ha sido tan expeditivo para desprenderse de otros ministros cuya actuación podía echar sombras sobre el Ejecutivo en su conjunto.

¿O acaso la diferencia entre la manera tajante de proceder con respecto a los antiguos responsables de Economía y Cultura –David Tuesta y Patricia Balbuena, respectivamente– y la indulgencia con la que se aborda ahora el caso de Edmer Trujillo tiene que ser buscada en la vieja relación personal de este con el presidente ?

A contrapelo de lo sostenido por el presidente del Consejo de Ministros, nosotros no consideramos, pues, que “estamos ante un error que es un síntoma más de un sistema que no funcionaba correctamente desde hace mucho”, sino ante un problema bastante focalizado y precisable. La responsabilidad, insistimos, no es de todos. Y los gestos políticos que sancionen esa circunstancia no deberían hacerse esperar.