Se avecina 1921 y no hay nada preparado para conmemorar el Centenario de la Independencia, siempre por culpa de la apatía crónica que padecen todos nuestros actos públicos y privados, excepto cuando se presenta el flagelo de la política interna que para ella sí sobran energías. ¿Celebramos el centenario en 1921 o 1924? He aquí el dilema cuya solución se impone de inmediato. Todo hace suponer que lo celebraremos el año entrante y para ello el plazo es angustioso. En fin, algunos insinúan la idea de la postergación de las fiestas para 1924.
H.L.M.