Hoy se embarca, con rumbo a Buenos Aires, Teófilo Castillo, el elegante maestro, el delicioso evocador de la Lima del virreinato. Ningún artista de renombre, después del gran tradicionista Ricardo Palma, sintió como Castillo nuestra tradición señoril; ninguno con la paleta cultivó con más fervor el bello documento colorista del diminuto Versalles que fue Lima. El pintor nos deja. Se lleva con él la policromía armoniosa de su retina inconfundible. Va en busca de reposo y de paz. Pero allí donde él vaya estará presente un trozo de la historia limeña.
H.L.M.