Este derivado de crimen equivalía a criminal. Hoy se documenta en Puerto Rico como cultismo sinónimo de criminológico; pero entre nosotros, su uso, obsolescente, se aplica a niños melindrosos. Escribe Rafo León sobre un grupo de chicos que están entrenando: «...la sargentona que lo encabezaba era ni más ni menos que la Hildebrandt, hija, y a los pobres chicos los trataba como a propios diciéndoles cosas como “¡ya llorones, criminosos, bellacos, agradezcan que tienen pan [...]!”» (Caretas, 18/11/1999).
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