En el castellano del Perú y de varios otros países del Cono Sur, el sustantivo masculino coto todavía se documenta como equivalente de bocio ‘hinchazón del cuello producida por hipertrofia de la glándula tiroides’, enfermedad por deficiencia de yodo. Véase este ejemplo en la pluma de Ricardo Palma: “Camargo había obligado a todos los indios de su jurisdicción a que le comprasen […] rosarios de cuentas azules, como amuleto para las paperas, coto y demás enfermedades de garganta” (Tradiciones, Aguilar, 1952). Coto viene del quechua k’oto, que significa ‘papo de las aves’.