El equipo de ciclistas colombianas que participó en el Giro de Toscana en Italia, vistió un traje difícil de clasificar: se trata de una malla muy ceñida desde la zona del ombligo hasta las ingles de color carne, dando la impresión de estaban desnudas desde el pecho hasta los muslos.
Lo curioso es llevar este desnudismo bamba (aunque las fotos nos conmueven porque parecen más reales que ficticias) a un espacio del deporte donde las mujeres deben mostrar sus habilidades físicas. ¿Se trata de una estrategia de márketing de alguna firma comercial o del narcisismo exhibicionista de quienes idearon esos trajes deportivos que translucían los genitales de las deportistas?
Según algunos estudios bastante serios, los ciclistas (hombres y mujeres) son unos de los deportistas a los que más se les exige no subir de peso, llevándolos casi hasta la anorexia, pues competir en categorías de menor peso les brinda ventajas.
Las ciclistas, que muestran desnudos bamba resaltando sus genitales femeninos, rozan con la impudicia. No porque seamos moralistas, sino porque las coloca en una posición de vulnerabilidad. Me pregunto si les consultaron su agrado por dicho uniforme esperpéntico, si fue un deseo colectivo de exhibicionismo o una directiva de los organizadores y/o auspiciadores del equipo de competencia.
Resulta fundamental señalar que no es lo mismo una desnudez bamba que acota los órganos sexuales femeninos desviando la mirada deportiva a una erótica, que una desnudez completa como la que protagonizan hombres y mujeres en varios países –incluidos el Perú– para llamar la atención sobre la necesidad de contar con mayor cantidad de ciclovías; y, claro, se desnudan de verdad de forma impúdica, nada perversa ni erótica.
La desnudez bamba de las muchachas colombianas nos remite al artificio y al engaño. Nos atrapan con sus cuerpos como si fueran telarañas para mostrarnos algo que es y no es. Algo que no tendremos y que dentro del contexto del deporte (a pesar de las modas siempre cambiantes) resulta, desde mi perspectiva, una procacidad. Vuelvo a repetir para los incrédulos, ¡no soy nada cucufata! Pero me desconcierta y molesta que las muchachas deportistas muestren sus cuerpos como modelos de lencería y no como bellos cuerpos trabajados a través del ejercicio, la tenacidad y el sacrificio.
Claro que pienso que eso tal vez solo ocurra en Colombia, la meca de la lencería, las cirugías plásticas, la moda en América Latina y las bellas muchachas acostumbradas a mostrar sus cuerpos con una enorme carga erótica como un capital que en algunas zonas del país saca a las chicas de la pobreza.
Estas ciclistas finalmente no están desnudas, pues están vestidas (valga la obviedad), pero nos venden una ilusión que desencaja la imagen de los cuerpos masculinizados de quienes hacen deporte de fuerza o resistencia.
Dejando por un momento mi molestia, ¿no será que estas deportistas estarán quebrando el espacio tremendamente masculino del deporte? Según datos de algunos países europeos (que suponemos avanzados en cuestiones de género), son muy pocas las mujeres que son aceptadas en los clubes o federaciones deportivas. Solo nos falta saber si dicho traje trae suerte.