Al parecer, muchos peruanos sienten fascinación por los trenes. Quizás ello explique por qué desde el año 2014 se han presentado cuatro proyectos de ferrocarril, más de uno basado en cuestionables fundamentos económicos y en supuestos equivocados sobre la profundidad de los bolsillos del Estado Peruano.
Muy pocos ferrocarriles son rentables sin grandes subsidios estatales. Cada línea del Metro de Lima, por ejemplo, cuesta al tesoro público US$5.000 millones, y a pesar de la urgencia el presupuesto no alcanza para construir más de una a la vez.
Hace muy bien el presidente Pedro Pablo Kuczynski en ponerle paños fríos al Tren Bioceánico, un proyecto que le costaría al Perú unos US$30.000 millones (¡lo mismo que las seis líneas del metro de Lima!) y que no nace de una necesidad peruana sino de los intereses de China y Brasil. Lo lógico sería que lo paguen ellos (pero solo después de comprobar que es ambientalmente viable, porque atravesar la Amazonía no es poca cosa).
Quienes proponen este proyecto parecen desconocer también algunas realidades económicas fundamentales (que ya he mencionado en una columna anterior). Primero, que los principales puertos brasileños están más cerca de Singapur que los peruanos, por lo que la afirmación de que el Perú es para Brasil la puerta al Asia es falsa. Segundo, que atravesar los Andes es más caro que recorrer distancias mucho más largas a nivel del mar (según un estudio sobre el comercio entre Argentina y Chile, este cruce genera un efecto equivalente a añadir entre 2.000 y 5.000 kilómetros de distancia). Por si fuera poco, no tenemos suficiente carga de regreso, razón suficiente para dudar de la viabilidad económica del proyecto.
Otro proyecto ferroviario de cuestionable viabilidad económica es el Tren de la Costa, un proyecto de US$10.000 millones que iría de Piura a Ica. ¿Cuál es el sentido de construir un tren paralelo a la Panamericana? No lo sé. El hecho es que si el cabotaje por la misma ruta no parece ser muy rentable, difícilmente lo será un ferrocarril.
El presidente Kuczynski ha declarado que prefiere buscar inversionistas para un tercer proyecto, el Tren de Cercanías. El perfil presentado durante su campaña proponía conectar el extremo norte de la línea 1 del metro de Lima con Huacho y el extremo sur de la misma línea con Ica (que coincide parcialmente con un cuarto proyecto presentado como iniciativa privada). Desde entonces, el proyecto ha sido extendido para incluir la ruta Lima-Chosica.
¿Tiene sentido económico este proyecto? Difícil saberlo a priori. A favor tiene que se trata de una región densamente poblada (el principal factor que rentabiliza este tipo de proyectos) y que las vías de salida y entrada a Lima se encuentran congestionadas. El ahorro de tiempo y el alto tráfico podrían justificar invertir en un ferrocarril. En contra tiene que el Estado ya está invirtiendo en descongestionar la Panamericana y la Carretera Central, por lo que habría el riesgo de duplicidad. ¿Cuál efecto es mayor? Eso solo lo sabremos cuando se hagan los estudios.
Mientras tanto, mucho ojo. No vaya a ser que por tanto querer un tren nos hagan el avión.