Santiago Pedraglio

¿Es posible una salida política a la confrontación palestino-israelí? ¿O solo es posible una salida militar que, aunque aparezca hoy como la más “realista”, no hará sino acrecentar el fuego y hasta, quizá, convertirla en un conflicto militar regional de incalculables proporciones? La incursión de Hamas el pasado 7 de octubre en territorio israelí es un acto terrorista criminal: una cifra aproximada de 1.400 muertos, incluidos niños, además de decenas de civiles secuestrados. La respuesta de Israel, por más que tenía el derecho a defenderse de tal agresión, ha sido no solo un intento de propinarle un golpe mortal a Hamas, sino que también ha devenido en una masacre de civiles palestinos: hasta ahora, 9.000 muertos en la franja de Gaza, número que incluye a centenas de niños.

En reciente entrevista, Dominique de Villepin, excanciller de Francia, diplomático profesional y político gaullista –una coalición de centroderecha fundada por Charles De Gaulle–, aborda el prolongado conflicto entre Israel y Palestina. Es inviable –según él– una salida militar. Cabe recordar que, contra el sentido común mayoritario, en el 2003 se manifestó contrario a la guerra con Iraq.

El diplomático considera que existen varias trampas en la actual situación. La primera es la impuesta por Hamas, que “es de máximo horror, de máxima crueldad. Y así se corre el riesgo de una escalada militarista […] como si pudiéramos resolver con ejércitos un problema tan grave como la cuestión palestina” (Uypress, 29/10/23).

La segunda trampa es la del “occidentalismo”: la idea equivocada y anclada en el pasado de que “Occidente, que durante cinco siglos gestionó los asuntos del mundo, podrá seguir haciéndolo tranquilamente”, y de que “frente a lo que está sucediendo actualmente en Oriente Próximo, debemos continuar la lucha aún más, hacia lo que podría parecerse a una guerra religiosa o de civilización. Es decir, aislarnos aún más en la escena internacional”.

Para Villepin, “la situación actual es profundamente diferente. La causa palestina era una causa política y laica. Hoy nos enfrentamos a una causa islamista, liderada por Hamas. Evidentemente, este tipo de causa es absoluta y no permite ninguna forma de negociación. En la parte israelí, también ha habido una evolución. El sionismo era laico y político […]. Hoy se ha convertido, en gran medida, en mesiánico y bíblico. Esto significa que ellos tampoco quieren compromisos”.

Se trata, dice Villepin, de hallar objetivos políticos realistas en un contexto aparentemente sin salida para tales propósitos: “la diplomacia consiste en poder creer que hay luz al final del túnel […]. Tras la guerra de 1973 ¿Quién iba a pensar que antes del final de la década Egipto firmaría un tratado de paz con Israel? El debate no debería ser sobre retórica o elección de palabras. El debate hoy es sobre la acción; debemos actuar. Y cuando se piensa en actuar, hay dos opciones. O es guerra, guerra, guerra. O se trata de intentar avanzar hacia la paz. Y lo diré de nuevo, es en interés de Israel. Va en interés de Israel”.

Tomando algunas consideraciones de Villepin es posible afirmar que hay objetivos realistas de corto plazo como los planteados en la reciente resolución de la ONU (27/10/23); entre ellos, una tregua humanitaria inmediata, que todas las partes se ciñan al derecho internacional humanitario, que se permitan los suministros y servicios esenciales a Gaza y que se libere de manera “inmediata e incondicional” a todos los civiles.

Retomando una sugerencia del propio Villepin, es clave construir –de manera esforzada y multilateralmente– un escenario de negociación con interlocutores interesados. Para él, no se puede seguir tratando este conflicto, ya histórico, desconociendo el radical cambio de la geografía del poder mundial.

Santiago Pedraglio es sociólogo