Estoy seguro de que muchos de los que deseaban poder trabajar desde su casa se están arrepintiendo de que se les haya concedido su deseo. Con los niños dando vueltas en la casa y sin la opción de ir a sentarse en un café, al menos a mí los recuerdos de mi oficina me ponen cada vez más nostálgico.
Como es obvio, la principal ventaja del trabajo remoto es la flexibilidad de horarios. Este es un factor tan importante (especialmente para quienes cuidan de sus hijos y otros familiares) que en muchos casos puede ser la diferencia entre trabajar y no hacerlo. También tiene la ventaja de evitar tener que perder el tiempo lidiando con un tráfico tan caótico como el de ciudades como Lima.
Sin embargo, no todos los que hoy están trabajando desde sus casas estarán en capacidad de hacerlo cuando pase la epidemia. Las oficinas proveen a los empleados el espacio físico para trabajar, y eso es muy difícil de replicar para mucha gente. Si uno vive solo puede improvisar un escritorio, pero en países como el nuestro es común que varias generaciones vivan en hogares cada vez más pequeños (especialmente en las ciudades). Conozco un par de empresas que les han pedido a sus empleados señalar por qué quisieran regresar a la oficina y esa es la causa más común entre quienes quieren volver.
Para las empresas, el teletrabajo impone dos grandes retos. El primero es el de mantener los incentivos a la innovación. Como sabemos, la creatividad florece con el intercambio de ideas y experiencias, y el trabajo remoto reduce sustancialmente los espacios para hacerlo. El segundo es el de mantener el compromiso (‘engagement’) de los empleados. De acuerdo con la consultora Gallup, los empleados que trabajan remotamente el 100% del tiempo presentan menores niveles de compromiso que sus compañeros.
En mi opinión, la prevalencia del teletrabajo va a depender de la naturaleza del trabajo que uno realiza. En Estados Unidos, por ejemplo, de acuerdo con la misma fuente, la preferencia por el trabajo en casa es mayor en los sectores de tecnología, seguros, entretenimiento, medios, finanzas y servicios profesionales; y menor en los de educación, venta minorista, transporte y construcción. Esto quiere decir que el trabajo remoto será cada vez más común en muchos sectores, pero no se convertirá en la norma en todas las industrias.
Es probable que al menos un par de consecuencias importantes se desprendan de esta tendencia. La primera, que los profesionales tendrán más opciones para balancear su vida privada con su carrera, lo cual es una excelente noticia para muchas mujeres que han tenido que abandonar su trabajo, rechazar promociones o posponer su retorno por cuidar a sus hijos. La segunda, que las reuniones de trabajo van a tener que cambiar de forma y contenido. Las reuniones presenciales solo tendrán sentido para discutir lo que por alguna razón no se puede a través de Internet. Mejor aún, como un gran número de ellas se volverán virtuales, tenderán a ser más cortas (¡aleluya!).
La oficina cambiará, pero nada indica que dejará de existir. Como dijo Mark Twain luego de que por error un medio publicara su obituario, los reportes sobre su muerte han sido severamente exagerados.