He renunciado a encontrar el periódico francés que publicó el texto de los cinco profesores que protestaron contra mi elección a la Academia Francesa, pero reconozco que esa protesta era legítima. No así, sin embargo, que, según los periódicos peruanos, esos profesores me tacharan de “pinochetista”. Nunca lo fui. El mismo día del golpe de Pinochet, en 1973, lo ataqué duramente en la televisión francesa y debo haber firmado, además, cerca de veinte manifiestos protestando contra los crímenes cometidos por la dictadura chilena, a la que incluso fui a criticar a Santiago de Chile y a solidarizarme con sus adversarios. Tengo, desde niño, una aversión visceral contra todos los dictadores que han ensombrecido la historia política de América Latina e impedido que el sueño de Bolívar –una unidad continental a la manera de los EE.UU.– se realizara.
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