Rolando Arellano C.

A diferencia de los adjetivos (grande, muchos, terribles), las cifras tienen la ventaja de ser neutras y pueden ayudar a tomar mejores decisiones. Ayudar, por ejemplo, a entender por qué medidas para un país violento como El Salvador no son adecuadas para uno mucho más pacífico como el . Veamos.

¿Se justifica un plan ; es decir, renunciar a los derechos de libertad y de presunción de inocencia, para evitar la que se vive en el Perú? Como en un tema médico, la respuesta depende del diagnóstico hecho al paciente. Si este tuviera una pierna muy infectada, que amenaza su vida, a veces es preciso amputar. Pero sería un inmenso error hacerlo si fuera un problema menor, tratable con medicinas.

¿Se justifica un plan Bukele en El Salvador? Algunos dirían que sí, pues con hasta 140 muertes violentas por cada cien mil personas hace unos años era el país más peligroso de la región. Teniendo el doble de muertes que Venezuela y mucho más que México (26), Colombia (27), Ecuador (14) o Costa Rica (12), mostraba una infección que quizá necesitaba intervenciones drásticas.

¿Se justificaría una acción similar en el Perú? A menos que pensemos como algunos cirujanos antiguos, que amputaban ante cualquier problema sin pensar en los daños colaterales, la respuesta la dan las cifras. Con 4,3 muertes por cada cien mil habitantes (30 veces menos que la nación de Bukele), el Perú es, junto con Chile (3,6), el país con menos muertes violentas en América Latina (, 2021). Nuestro país es menos violento, incluso, que Estados Unidos (6 por cada cien mil).

“¡Pero no es lo que los peruanos sentimos!”, diría el lector. Cierto, pero, así como los buenos médicos no toman decisiones a partir de cuánto gritan los pacientes o sus familiares, sino por lo que muestran los análisis de laboratorio, los lectores y líderes de opinión no deberíamos dejarnos llevar por lo que dicen los noticieros y las redes sociales. Deberíamos buscar las cifras de los organismos serios.

¿Significa eso que no tenemos un problema social por resolver? Lo tenemos, pues las cifras de robos de celulares y de otros delitos crecen, pero, como en la medicina, hacer una amputación de derechos por ese motivo sería poco racional. Eso, sobre todo, porque la historia enseña que, si los ciudadanos aceptan que sus gobernantes, de izquierda o derecha, les amputen derechos, estos terminan volviéndose dictadores y corruptos. Como muy probablemente ocurrirá con Bukele. Más aún, nuestro riesgo sería que, siendo uno de los países con la gente más pacífica de la región, nos convirtamos en violentos como respuesta a la violencia estatal que permitimos. Que tengan una pacífica semana.




*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Rolando Arellano C. es CEO Arellano Consultoría para Crecer