Mi madre repetía una frase que me resulta de gran utilidad al dar un vistazo al momento político: “Dime de qué te jactas y sabré de qué careces”. Le cae como anillo al dedo al extitular de la PCM César Villanueva, quien se vendió como un paladín de la lucha anticorrupción decidido a sacar a Pedro Pablo Kuczynski de la presidencia en marzo del 2018 y hoy lo vemos comprometido hasta el tuétano en una trama de presunto tráfico de influencias junto a fiscales y otros operadores judiciales intentando desviar las investigaciones del Lava Jato peruano en su contra. Lo curioso es que dicho aforismo también podría achacársele al presidente Martín Vizcarra, quien enumera públicamente sus logros como gobernante mientras los peruanos observan en tono crítico (allí están las encuestas, si no me creen) cuán poco –y lenta– avanza su administración en los temas claves del manejo del Ejecutivo.
Vizcarra cumplió 20 meses en el poder, siendo la disolución del Congreso su principal logro. No dudo de que para muchos esto sea suficiente, pero creer que su presidencia se sostendrá a punta de anuncios y meras promesas podría terminar atizando un serio problema de gobernabilidad a mediano plazo. Véase si no el decreto de urgencia aprobado esta semana, que establece el aseguramiento universal en el SIS. De nada sirve que el 100% de peruanos pueda conseguir una cita y ser tratado por el sistema de salud si este no se da abasto para programar consultas, carece de profesionales eficientes para atender la demanda y de las medicinas que requerirán millones de nuevos afiliados. El problema ha sido y será de gestión y Vizcarra junto a sus ministros no se caracterizan por ejecutar de manera eficiente sus presupuestos. ¿Bastará con repartir carnets o urge mejorar el servicio? Ahí está el desafío.
Sin embargo, en estos días también ha quedado en evidencia la enorme distancia entre lo que venía pregonando por años un sector del empresariado y lo que realmente hacía. El financiamiento poco transparente de ciertas campañas políticas sacudió a CADE Ejecutivos 2019, pero me temo que lo declarado públicamente en este foro ha quedado muy corto. La presidenta de Confiep dijo finalmente que deplora estas prácticas. María Isabel León utilizó palabras precisas, pero quizás les faltó a ella y a su directiva “salirse de la caja”, como les gusta decir a los gurús del ‘management’. Si la desazón es sincera, aquí faltó un gesto capaz de impulsar un verdadero “cambio de chip”, algo que su institución necesita a gritos. Si renunciaba, pese a no ser responsable directa de lo que hoy tanto critican, si decía “¡Vámonos todos los que hemos venido dando la cara y comienzo por mí misma!”, es decir, si anunciaba su salida y la de su equipo, habría dado un impulso decisivo hacia una nueva etapa. A las promesas solas, lo hemos visto tanto en el Perú, se las lleva el viento.