No leyó mal: el título de esta columna no pretendía mencionar al coronavirus, pero sí aludir a otro virus muy peligroso que se cierne sobre el primer poder del Estado. La semana pasada advertíamos de los riesgos del populismo y la demagogia en nuestra política, y tal parece que nos quedamos cortos. Durante estos días hemos visto cómo una mayoría abrumadora en el Congreso impulsó una medida que podía dañar nuestra economía. Permitir el retiro indiscriminado del 25% de los aportes a las AFP era una pésima idea, y si bien el proyecto avanzó con limitaciones claves (un tope máximo de S/12.900, por ejemplo), sí evidenció lo cerca que andamos de que nuestras autoridades tomen malas –¡en este caso, pésimas!– decisiones en momentos de emergencia.
Tuvo que intervenir el Banco Central de Reserva y la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP para que el Legislativo midiera su entusiasmo, el mismo que no había logrado serenar el Ejecutivo. Sin embargo, tampoco se trata de responsabilizar únicamente al Congreso. Muchos quieren aparecer en la foto junto al presidente Vizcarra, jugando un papel relevante en esta megacrisis.
Acaba de suceder, por ejemplo, con la presidenta del TC, Marianella Ledesma, quien propuso rebajar los sueldos de los altos funcionarios del Estado. Otra medida demagógica dado que el Gobierno insiste en que el país cuenta con fondos suficientes para encarar la situación. Si aspiramos a que buenos profesionales trabajen para el Estado (y así todos recibamos mejores servicios), este debe pagar sueldos competitivos. ¿Acaso al funcionario que tiene hijos en la universidad le dejarán de cobrar debido a la emergencia? ¿Y al que paga o construye su casa lo van a esperar sus acreedores? Otro gesto vacío, solo para el aplauso.
Sin embargo, esto recién comienza. Vamos a tener más populismo porque es “lo que pide la gente” y porque ya asoma la campaña electoral 2021. Por ello toca escuchar y debatir con argumentos técnicos: no atacar al Congreso y menos condenarlo por adelantado, si no aclarar (con cifras y datos, y sin prejuicios ideológicos) las confusiones en materia económica que ya nos hicieron enorme daño en el pasado y podrían repetirse.
Nada volverá a ser como antes de la pandemia, y el Perú deberá generar recursos para financiar un nuevo sistema de salud, de ahorro previsional y de saneamiento (infraestructura), solo para comenzar. Mientras tanto, no olvidemos que el virus de la demagogia nunca muere.