La educación no es un juego, por Marco Sifuentes
La educación no es un juego, por Marco Sifuentes
Marco Sifuentes

Si hay algo que al aprismo y al fujimorismo les interesa incluso menos que los Juegos Panamericanos, es la educación de nuestros jóvenes.

Vamos por partes. Si les interesaran realmente los Panamericanos, hace rato estarían exigiendo que la Municipalidad de Lima cumpla con el PLAM 2035. ¿Qué es eso? Simple:  como ha destacado el regidor de oposición Hernán Núñez, no se llaman Juegos Panamericanos Perú 2019. No. Se llaman Juegos Panamericanos Lima 2019. La anfitriona es la ciudad, no el país.

Pues bien, el PLAM 2035 es un documento elaborado durante la gestión municipal limeña anterior, pero con equipos técnicos del Gobierno Central y del Callao. Contempla planes de rehabilitación urbana, zonificación y reforma del transporte. Todo esto es necesario para que una ciudad ya colapsada, como es Lima, pretenda albergar un evento de la magnitud de los Panamericanos sin convertirse en un escenario de Mad Max. Sin embargo, la gestión Castañeda ha tirado el PLAM 2035 al tacho sin que a ningún congresista –menos de las bancadas que ahora se revelan superdeportivas– se les mueva un pelo.

Lo que de verdad está en juego (como es evidente para cualquier persona que consuma un mínimo de información sobre nuestro país) es la reforma universitaria. Desde hace un mes –mucho antes de que estallara el escandalete de los Panamericanos– Laura Grados de Utero.pe ha venido advirtiendo en una serie de posts de lo que entonces era una “guerra secreta” de las bancadas aprista y fujimorista contra la gestión de Saavedra y la existencia misma de la Sunedu.

Solo unos ejemplos. El presidente de la Comisión de Educación es el fujimorista Lucio Ávila (por cierto, acusado de plagio y autoplagio). ¿Su primera medida? Un proyecto para modificar los artículos más cruciales de la Ley Universitaria. 

Luego, Saavedra fue citado a ese grupo de trabajo. Allí, el congresista Velásquez Quesquén le dijo que había que “eliminar a la Sunedu” o, si no, otorgarle “otras facultades que no atenten contra el gobierno de las universidades”. En la sesión, como parte de la comisión, había congresistas relacionados a las universidades Micaela Bastidas, Hermilio Valdizán y del Altiplano. Esto, sin mencionar los vínculos orgánicos, por todos conocidos, de ambas bancadas con la San Martín, la Villarreal y Alas Peruanas.

Una más. La fujimorista Úrsula Letona ha tenido un súbito acceso de preocupación por la ciencia y propuso que el presidente del Concytec sea elegido por el Congreso. Pues bien: quien ocupe ese puesto también tiene una silla en nada menos que el consejo directivo de la Sunedu. 

Veamos. Ni la Ley Universitaria está escrita en piedra ni el ministro Saavedra es imprescindible para llevarla adelante pero, hasta el momento, la reforma educativa parece ser la luz al final del túnel. Si hay congresistas que discrepan de esto, adelante, que lo hagan. Pero que pongan sus argumentos –y sus intereses– sobre la mesa. Y déjense de jueguitos.