Diferentes fuentes policiales con las que he conversado en los últimos meses para entender la toma de la PNP por parte del gobierno de Pedro Castillo y sus consecuencias coincidían en un mismo punto cuando les consultaba acerca de los constantes cambios en el alto mando en la institución: lo que busca Palacio es que siga subiendo en el escalafón el general PNP Segundo Mejía Montenegro hasta ubicarlo en la cima de la policía en un momento clave, los ascensos de este año. Las razones expuestas eran sencillas: Mejía es paisano y muy cercano al presidente. La persona indicada que les iba garantizar un apoyo incondicional.
Ese propósito, indicaban las fuentes, es una de las varias razones que explican los cinco comandantes generales que ha tenido la policía en estos últimos 13 meses (un promedio de uno cada dos meses y medio) y los cerca de diez generales que fueron pasados al retiro, sin importar sus méritos y trayectorias, desde que Castillo llegó a la casa de gobierno. La crisis se acentuaba en la institución, la inseguridad ciudadana se seguía agravando en las calles, pero lo importante era que el general chotano siguiera subiendo.
Este fin de semana recordé lo que me mencionaron tiempo atrás las fuentes, pues hoy Mejía está a dos puestos de ser el nuevo jefe de la PNP. El sábado fue designado número 3 en su institución y, en consecuencia, es el nuevo máximo responsable de la Inspectoría General. Un cambio, visto en perspectiva, nada casual: ocurrió dos días después de que Castillo denunciara y pidiera la destitución del coronel PNP Harvey Colchado, precisamente ante la oficina que hoy jefatura su paisano.
Para entender por qué es importante para este Gobierno manejar los ascensos de noviembre hay que recordar lo que ocurrió el año pasado, cuando el comandante general PNP era Javier Gallardo (puesto en ese cargo por Castillo durante la gestión de Juan Carrasco como ministro del Interior). Hoy el mandatario es investigado en la Fiscalía de la Nación por presuntamente recibir sobornos, a través de sus escoltas, a cambio de entregar ascensos. Un tema que va más allá del pago: implica tener a un general que le deba su puesto al presidente.
Además de los ascensos, también están los pases al retiro y los cambios de colocación, dos procesos que le garantizan el control en la PNP. Esa es una de las cosas más graves que ha hecho este Gobierno: el manoseo de la policía, que se traduce en corrupción e impunidad para los suyos, y en desmedro de aquellos oficiales que se esmeran por tener una carrera limpia. Hoy, cuando el camino luce cuesta arriba para el presidente, recurren al general chotano para intentar poner a raya a oficiales, como Colchado, que no se alinean y, de paso, seguir con la descarada toma de la PNP.