Según la memoria anual del año 2016 de la empresa Cineplanet, las ganancias por vender dulcería representaba el 40% del total de sus ingresos, mostrando un crecimiento de 27% respecto al año anterior.
Según la memoria anual del año 2016 de la empresa Cineplanet, las ganancias por vender dulcería representaba el 40% del total de sus ingresos, mostrando un crecimiento de 27% respecto al año anterior.
Fernando Vivas

Bravo, Indecopi. Su resolución prohibiendo prohibir –¡qué bonito suena!– que lleves al cine tu canchita o snack comprado en otra parte es valiente. Pudo ser menos controversial e ir por el lado de la concertación de precios antes que objetar un modelo de negocios, como me discuten algunos colegas; pero, vamos, busca corregir un abuso. Había que ser contundente. 

Siento recompensado un acto de rebeldía que tuve semanas atrás. Fui a un Cineplanet y pagué S/10,50 por una entrada. Quise comprar una canchita y una gaseosa y me pidieron S/19. La diferencia con el precio real (ese mismo combo me cuesta S/3,50 en las calles del Centro) y con el de la entrada me resultó doblemente grosera. El mensaje de ‘si quieres comer tu canchita lo haces al precio que me dé la gana’ me supo a extorsión. Indignado, compré mi combo fuera de la sala y discutí con el personal hasta que, agotadas sus objeciones, me dejaron pasar como ahora tendrán que hacerlo por ley. (Ojo, si buscan revertir esto por la vía judicial, mientras lo hacen, igual Cinemark y Cineplanet tienen que cumplir el fallo, a menos que obtengan una medida cautelar).  

Indecopi no habla de extorsión pero sí de ‘cláusula abusiva’ y limitaciones a la ‘libre elección’ del consumidor. Y respeta la libertad de precios. Que cobren lo que les dé la gana por la canchita, pero no impidan el ingreso con snack comprado en otra parte. Por eso, no entiendo bien a mis colegas liberales que se arañan por esto. Será que les importan más las libertades de las empresas que las de los consumidores. Yo no creo que una empresa que vende A, que es su producto esencial, a un precio razonable y te embosca con el sobreprecio de B, que es conexo, sea más digna de protección que un consumidor que quiere A y B a precios razonables.  

¿Qué tal si apostamos a un equilibrio, ah? Es cierto que la sentencia parece amenazante contra negocios complejos donde sea difícil determinar qué es lo esencial y lo conexo, pero en este caso, Indecopi consideró correctamente que lo esencial es la película. Es lo que se promueve, se proclama y define la asistencia a las salas. Le pregunté a la doctora Liliana Cerrón, de la Sala Especializada en Defensa del Consumidor, ¿qué pasaba si una sala se estructura y se define de tal forma que película y canchita sean esenciales? Me respondió que ese sería otro producto, otro análisis y otra solución. Me sonó coherente.  

Soy cinéfilo y vivo de cerca las mayores amenazas al negocio: el cine en casa y la piratería. Frente a ellos se lanzó una prédica sobre el valor de la creación cultural vista en gran formato y los derechos de autor. Ahora admiten que cultura y autores les importaban un pepino. Lo esencial era la canchita. Decídanse.