De todas las respuestas que dio el nuevo ministro del Interior, Mariano González, en una entrevista ofrecida a este Diario la semana pasada, hay una que me llamó especialmente la atención: “Mientras yo sea ministro, nadie va a manosear a nuestra policía”. González no lo dice de manera directa, pero detrás de esta frase hay una confesión implícita de cómo este Gobierno ha manejado el sector Interior y que es imposible pasar por alto.
El rostro más visible de este manoseo son los seis ministros del Interior y los cuatro comandantes generales de la PNP que viene sumando Pedro Castillo desde que llegó a Palacio de Gobierno. Sin embargo, una mirada más profunda nos lleva a enfocarnos en cuatro componentes fundamentales: el proceso de ascensos de coroneles a generales, los cambios de colocación que se dan los fines de año, las invitaciones de pases al retiro y la conducción de la Digimin.
El Gobierno ha entendido que manejar estas cuatro variables le da un control minucioso (léase, manoseo) en la policía. Ya sea para beneficiar y tener en puestos estratégicos a efectivos afines (o leales al presidente, en palabras de Bruno Pacheco), para tener a raya a los que no se quieren alinear o, en especial, para conseguir impunidad, como hemos visto con la fuga de Juan Silva.
Cada vez es más evidente que hoy el principal aliado que tiene el régimen para sobrevivir está en la PNP, más aún ahora que las investigaciones del Ministerio Público están cercando al mandatario. La impunidad cunde en el sector Interior y se alimenta del manoseo por parte del Gobierno. Esto le permite, por ejemplo, tener a la mano información de inteligencia para sus fines políticos o para saber previamente cuándo se realizan operativos y, así, poner “a buen recaudo” a los suyos.
Si el ministro del Interior realmente quiere que su declaración no quede solo en palabras, debería ponerle freno a esto. Un primer paso sería bregar para modificar las reglas en el próximo proceso de ascensos a generales. En octubre pasado, por ejemplo, se aumentó del 30% al 50% el peso de la entrevista personal a quienes postulaban. Esto generó que la decisión de quienes ascenderían pasara en la práctica a la sola opinión del comandante general.
Sé que la policía cuenta con oficiales y suboficiales buenos que respetan y quieren a su institución, y que están avergonzados por todo lo que está sucediendo. Conozco a varios de ellos. Pero nada va a cambiar si en las jefaturas de las unidades policiales continúan al frente gente que le debe su puesto al régimen y que harían lo que sea con tal de no perder su cuota de poder conseguido. Está en las manos de González romper ese círculo o ser uno más que puso a la PNP al servicio del Gobierno.