"No le compres a Venezuela", por Fernando Vivas
"No le compres a Venezuela", por Fernando Vivas
Fernando Vivas

FERNANDO VIVAS

Periodista

No es un boicot lo que propongo. No quiero que Venezuela sufra un bloqueo que convierta a la base social del chavismo –¡la tiene, pues!– en una población apestada. Lo único que apesta es la costra autoritaria de , su ‘parapolítica’ amedrentadora, sus maniobras censoras, sus exabruptos de todos los días.

Lo que pido es que no importemos la crisis venezolana con sus polos inflamados; que no nos traguemos sus arepas con ponzoña ideológica; que no agitemos la consigna idiota de que Maduro es víctima de una conspiración de derecha, porque eso es tan idiota como llamar a tumbarnos al nuevo faro comunista de la región. Deploro el comunicado del que hiperideologiza la crisis tanto como deploro este nuevo macartismo místico de derecha que ya casi alucina con una intervención armada. ¡Tranquilos! Maduro no es Hitler, ni es Cristo. 

Quien se trague estas consignas extremas habrá pisado los palitos más resbalosos de América y se dará tremendo cabezazo contra el muro de Berlín que los fanáticos están volviendo a levantar en algún rincón de la Amazonía.

Maduro no es comunista ni socialista, ni progresista en primera o segunda instancia; es, fundamentalmente, un tirano con coartada electoral y muchísimo petróleo para financiar un clientelismo dirigido a bolsones de población de bajos recursos, sectores empresariales, militares y empleados públicos. En casos como este, la lógica de continuidad en el poder no es la de culminar una supuesta revolución, sino la de evitar la revancha de la oposición.

¡Qué revolución ni qué ocho cuartos! Varias socialdemocracias europeas hacen más inversión pública y redistribución que Venezuela en perfecta democracia y sin alharaca polarizante. Mujica ha tomado decisiones más radicales en Uruguay y no es una viuda de Chávez como Cristina o Evo.

Lo mejor que puedes hacer por Maduro –creyendo que haces el bien a tu causa democrática– es tratarlo como un marxista-leninista o castro-comunista, o regalarle una etiqueta de esas. Así lo ayudas a tapar su desnudez de Ubú latino con vestiduras ideológicas. Y mientras él se las rasga, tú también te las rasgas, ‘and so on, yankis go home’. Bah, la tragedia de Venezuela es la patética comedia de la ideología que divide en un mundo que aprende a progresar con lógica pragmática y conciliadora.

Lo más prudente que nos toca hacer es seguir presionando en pro del diálogo que asegure, en primer lugar, que Maduro afloje el puño y tolere las expresiones opositoras. Humala y Nadine tienen conflictos de intereses respecto al tema (el chavismo auspició su fallida candidatura en el 2006), al igual que media , de modo que la presión de apristas y fujimoristas para que el Gobierno Peruano tenga protagonismo en la solución del lío me parece imprudente. La OEA es el foro más indicado.

La oposición venezolana necesita tiempo para definir su liderazgo –¿el moderado Capriles, el melodramático López o un tercer líder de clase media que persuada a los chavistas?– y decidir si lo que les preocupa es que Maduro la pegue de socialista o que les respete sus derechos políticos. Venezuela tiene que ordenar su transición y no lo va a poder hacer si persistimos en esta anacrónica alharaca ideológica.