Martín Vizcarra
Martín Vizcarra
Fernando Vivas

Hace pocos días el presidente dijo que estaba satisfecho con las reformas, y su bancada –además del mismísimo premier Villanueva y el ministro de Justicia, Vicente Zeballos– votaron por ellas. Pero no leyó la letra chiquita de la posología de lo aprobado o cambió de opinión luego de ver la debacle del keikismo en las elecciones locales, o la mezcla de las dos cosas: furia ante la metida de yuca y cálculo para dar el vuelto.

Y nos salió con que está de acuerdo con tres de las cuatro reformas que mandó al Congreso (convertir al CNM en la Junta Nacional de Justicia [JNJ], no reelección inmediata de congresistas y financiamiento de campañas), pero ya no quiere la bicameralidad. Invocó dos razones para esta insólita campaña de gobierno contra uno de sus hijos violados: 1) que el Congreso no respetó la propuesta de paridad de género y 2) le quitó filo a la cuestión de confianza (CdC).

La paridad no es el motivo central. Lo sé porque me lo dijo alguien del gobierno y porque se puede bregar por ella con otras medidas. El quid de la bronca es que Vizcarra no quiere que un Congreso con mayoría despintada le quite la CdC, arma letal cuando la desenfundó hace unas semanas. Además, es obvio que, tras evaluar los resultados del domingo, se preguntó junto a sus asesores: ¿por qué voy a quedar a expensas de un grupo en debacle electoral?

Entonces, el quid de la bronca es la rentabilidad política de la bronca misma con el Congreso. A Vizcarra le reditúa bastante hacer brincar al fujimorismo y este “no” parcial a su propio referéndum reaviva la guerra. Ganaron sus asesores la batalla interna con una bancada oficialista que quiere llevar la fiesta en paz. La maniobra, por supuesto, es contradictoria y riesgosa. Vizcarra tiene suficiente liderazgo para revirar el voto ciudadano; pero a la larga está demostrando que las reformas eran menos importantes que su afán de golpear al enemigo. Y este, a decir verdad, estaba más dispuesto a seguirlo a él que a Keiko. Pero, ahora, posando de ofendidos,harán amagues interpelatorios.

Vamos, presidente Vizcarra y entorno: la bronca le ha funcionado pero la búsqueda de consensos también puede funcionar, ah. Quién sabe si, hilando fino, combinando dureza con pacto, nos evitábamos esos petardos contra la cuestión de confianza. El Tribunal Constitucional pronto resolverá una anterior consulta sobre los cambios a esta hechos en el reglamento del Congreso. Eso reavivará un nuevo debate sobre esa medida que podría llevar a una futura reforma al respecto. El presidente ya dio su cuestión de confianza pechadora y su voto despechado 3 de 4. Yo voto también 3 de 4, pero no igual al presidente: digo sí a la bicameralidad, sí a la JNJ, sí al financiamiento y no a la no reelección.