Ya se están metiendo, por Marco Sifuentes
Ya se están metiendo, por Marco Sifuentes
Marco Sifuentes

Parece que en la frase “con mis hijos no te metas”, la palabra clave es “mis”. De otra forma, no se explica que los mismos congresistas que marcharon el sábado hayan querido de los abusos sexuales del .

“¿Ahora el Congreso va a investigar todas las violaciones que ocurran en el país?”, se preguntó, indolente, el fujimorista Galarreta. Obviamente que no, pero este caso es particular por varios motivos. Para empezar, la ruta está trazada con mucha definición, gracias a la impecable investigación periodística de y Paola Ugaz. Pero falta mucho: el Sodalicio mismo emitió un informe en el que –qué conveniente– no se señalaba a ningún integrante actual de su sombría organización. Pese a todo, la fiscal María del Pilar Peralta, recurriendo a una leguleyada, archivó las denuncias, por lo que la vía regular quedó bloqueada. 

El congresista Alberto de Belaunde, que planteó la congresal, dijo que “no solo se busca conocer lo ocurrido sino plantear una serie de reformas legislativas para evitar que casos similares se repitan en el futuro”.

Pero varios casos similares ya están repitiéndose. Juan Borea Odría, hasta hace poco sempiterno director del colegio “alternativo” Héctor de Cárdenas, ha sido acusado por 15 ex alumnos de tocamientos indebidos. Aún no se le ha abierto ninguna investigación.

Otro caso reciente: el socio del Regatas Álvaro Privat Zimmermann, que aparece en unos videos de vigilancia de ese club, según se denunció, sobrepasándose con una niña de 10 años. La organización, informada de lo sucedido, no denunció el hecho ante la fiscalía y pretendió resolver todo internamente.

Todo esto ha ocurrido en los dos meses y algo que van de este año. Y aquí es cuando quiero señalar algo que quizás es políticamente incorrecto. Si algo tienen en común los tres casos, además de lo obvio, es que se trata de eventos ocurridos en los sectores altos limeños. Como dirían los Occupy, el 1% top de la población (que en el caso del Perú se trata de 300 mil personas). 

No quiero decir que sean menos graves o menos merecedores del escrutinio público y el castigo legal. Lo que digo es que, al menos, tuvieron la oportunidad de salir a la luz y repercutir en la opinión pública. Mientras tanto, ¿qué habrá estado pasando en el 99% restante del Perú en este mismo lapso? Los noticieros matinales reportan, casi todos los días, que los propios vecinos o padres capturan a pedófilos –muchos de ellos, religiosos de profesión– en todo el Perú, pero esos casos nunca tienen el seguimiento necesario. 

Si su interés por proteger a los niños fuera honesto, los señores de #ConMisHijosNoTeMetas podrían reorientar su eficiente maquinaria a enfrentar amenazas reales, lacras que tienen décadas barriéndose debajo de la alfombra. El problema está en que, en realidad, muchas veces ellos mismos son los que empuñan la escoba de la impunidad.