Enrique Planas

No lo confiesan, pero es así: a todo le encantaría saber qué pasos se deben dar para escribir un ‘’. Uno, aunque sea. Y la inauguración de la Feria del Libro, tras dos años de pandemia, es una excelente excusa para indagar en este fenómeno que, cada temporada, entrega una historia apreciable para las mayorías sin temor al número de páginas del volumen adquirido.

¿Qué experimentos psicológicos demandaría un estudio con este propósito? ¿Podría escanearse el cerebro de un lector para descubrir qué zonas se activan dependiendo de sus gustos? ¿Estará la respuesta en manos de un algoritmo o en los analistas de ‘Big Data’? Todas esas son preguntas que se hace cualquier autor tras conocer que “50 sombras de Grey” alcanzó a vender 120 millones de ejemplares mientras uno no puede pagar la cuenta de la luz con su semestral liquidación por derechos de autor.

Busco en Internet y encuentro escritores que dan consejos a colegas en ciernes para publicar su primer ‘best seller’, sin importar, claro está, que no hayan escrito ninguno. Sus recetas no dejan de ser divertidas, pues al recomendar fórmulas estereotipadas de grandes éxitos, o sugerir investigar en las aspiraciones, angustias o curiosidades atribuidas a determinados lectores de una generación determinada, lo que hacen es intentar explicar lo inexplicable: predecir qué historia funcionará y cuál conectará con el público. Está claro que ‘a posteriori’ todo se puede explicar, pero jamás antes de que un libro entre a imprenta. Y aquí entran a tallar nuestros entrañables editores, esa especie con desarrollado sentido del olfato y en permanente peligro de extinción. Son ellos los que, desde tiempos de Gutenberg, tienen el don de saber si un libro insospechado va a interesar. No hay ciencia, solo la intuición del profesional especializado en dar bastonazos de ciego.

Pensar que un escritor fabricará un ‘best seller’ porque se decidió a hacerlo es como renunciar a nuestros trabajos para ganarnos la vida agitando la palanca de una máquina tragamonedas. Hay libros muy buenos que no triunfan, eso es evidente. Para la gran mayoría de autores, el éxito tiene que ver con el azar.

Los ‘best sellers’ son imprevisibles porque la curiosidad humana es imprevisible. Sucede con todo fenómeno: siempre estará fuera de nuestro radar hasta que decide irrumpir en nuestras vidas. Y es mejor que sea así: imaginémonos qué terrible sería si pudiéramos saber de antemano aquello que nos llamará la atención, que nos enamorará o excitará nuestro deseo. Si alcanzáramos a saberlo, lo más probable es que desaparecería nuestra existencia sobre la tierra, muertos por exceso de obviedad y de previsión. Asesinados por el algoritmo final.

Enrique Planas es periodista y escritor

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