"Aún estamos a tiempo de cambiar este sino tan característico de la política peruana de las últimas décadas (la llegada de un Parlamento peor que aquel que lo precedió). Pero no será fácil."
"Aún estamos a tiempo de cambiar este sino tan característico de la política peruana de las últimas décadas (la llegada de un Parlamento peor que aquel que lo precedió). Pero no será fácil."
Pedro Tenorio

En exactamente tres meses estaremos a pocas horas de elegir un nuevo . ¿Habrá tiempo suficiente para una campaña que nos permita elegir a los mejores para el puesto? Está difícil: con fiestas de fin de año de por medio y la incertidumbre de la mayoría de acerca de cómo financiarán este empeño, el tiempo vuela y las alternativas escasean. El país elegirá 130 parlamentarios que, en teoría –y solo en teoría hasta el momento–, serán mejores que los que arribaron al hemiciclo en julio del 2016. ¿Hay razones para esperar que así sea?

Mantengo mis dudas expresadas hace dos semanas en esta columna. De un lado se confirmó que serán las mismas reglas de juego de hace tres años las que se aplicarán el 26 de enero. Es decir, votaremos con las mismas normas, partidos y viejos vicios: escasa democracia interna, poco afán por la renovación de sus cuadros dirigenciales e, incluso, alianzas oportunistas que alejan –antes que atraen– a los simpatizantes más comprometidos (el reciente caso de Verónika Mendoza resulta paradigmático). Así las cosas, ¿seguimos pensando que en 13 semanas lograremos un mejor Congreso? Soñar no cuesta nada. Sin embargo, aún estamos a tiempo de cambiar este sino tan característico de la política peruana de las últimas décadas (la llegada de un Parlamento peor que aquel que lo precedió). Pero no será fácil.

Para lograrlo los partidos deben optar por listas de candidatos que combinen juventud con experiencia en cada región. Militantes nuevos, preparados y sin compromisos con grupos económicos. Luego, apostar por un programa mínimo que legisle pensando en mejorar la competitividad del país, derrumbando trabas para los emprendedores y que consolide los aciertos del capítulo económico de la Constitución de 1993. El Perú necesita generar más empleos y mejorar los ingresos de su población como vía para desterrar desigualdades. El próximo Congreso no puede ser un espacio de campaña pensando en el 2021. De ser así sucumbirá al populismo, la demagogia y retrocederemos en institucionalidad (más de lo que ya retrocedimos avalando en los hechos el recorte del actual período congresal).

Del mismo modo, las listas deben mostrar su tolerancia cero con la corrupción (evitando candidatos con procesos judiciales pendientes o denuncias, no solo los condenados). La presunción de inocencia es un derecho esencial, pero toda imputación debe descartarse antes de pretender un cargo de popular. Para el Legislativo será clave reformar las actuales reglas de la inmunidad parlamentaria y del antejuicio político, que sirven más para evadir que para responder a la justicia. Si queremos ser mejores este es solo el comienzo.