"Especulación contrafáctica. Eso es el último relato del antialanismo: que Alan García hubiera matado a José Domingo Pérez si este iba a la diligencia de detención preliminar que frustró con su suicidio el 17 de abril del año pasado".
"Especulación contrafáctica. Eso es el último relato del antialanismo: que Alan García hubiera matado a José Domingo Pérez si este iba a la diligencia de detención preliminar que frustró con su suicidio el 17 de abril del año pasado".
Fernando Vivas

Especulación contrafáctica. Eso es el último relato del antialanismo: que hubiera matado a José Domingo Pérez si este iba a la diligencia de detención preliminar que frustró con su suicidio el 17 de abril del año pasado.

Una fuente de IDL-Reporteros oyó decir a García: “Le meto un balazo a este ‘hue...’ y me mato yo”. De un dicho así de circunstancial y subjetivo no puedo colegir un propósito homicida. Lo que sabemos es que García se mató ante un pedido de detención basado en una hipótesis que ya es bastante dura: que, en su calidad de presidente, habría promovido cambios normativos para facilitar el manejo corrupto que Odebrecht hizo de la ejecución de la línea 1 y, por ello, habría sido beneficiado a través de los Nava y de Miguel Atala. Hasta allí hay suficiente sospecha para dar razón al legítimo antialanismo. El suicidio, además, no es tomado por la mayoría como indicio de inocencia, sino como admisión de al menos una parte de culpa y de miedo a la ley.

Otra certidumbre, también, es que la justicia no puede procesar a un muerto. El juicio final quedará para la historia mayúscula; o sea, para nosotros. Sin embargo, la coyuntura pasional nos quita ese privilegio y distrae a los fiscales con testimonios de los Nava que, aprovechando el antialanismo, usan el muerto en su provecho, provocando un reajuste de la hipótesis inicial: ahora, resulta que Barata habría abonado directamente a García. Sin embargo, el chat de Roxanne Cheesman con Barata, en el que este le da a entender que no tiene nada específico que declarar respecto a sobornos de García, es más conciliable con la hipótesis pre 17 de abril.

Serenidad, señores fiscales y compatriotas que ven la lucha anticorrupción como una promesa de liberación nacional. Por patear a un cadáver –¡qué mórbido y a la vez realista suena esto!– no vayan a afectar la consistencia de colaboradores y testigos en otros frentes de combate judicial. La corrupción excede y precede al fujiaprismo. Ni siquiera me atrevería a asegurar que esté empozada allí más que en otros lares. Miren si no a las joyas que llevó la Alianza Para el Progreso de Acuña al Congreso, y miren las tempranas alertas sobre AP hoy. Miren a Pepe Luna, orondo y con bancada. Piensen en lo que nos falta saber del humalismo y del ppkausismo.

Rafael Vela, Pérez y equipo tienen mucho que batallar en todos esos frentes como para que se trencen en una pelea más allá de la muerte con García (sobre bienes suyos o de allegados, hay un proceso llamado de extinción de dominio que tiene otros cauces técnicos). El equipo Lava Jato tiene, en primer lugar, que corregir esa impresión de que la corrupción del Perú contemporáneo es obra de políticos y funcionarios. No, señores, es una APP y los empresarios se la están llevando fácil.

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